www.diariocritico.com
...y, sin embargo, algo se mueve

...y, sin embargo, algo se mueve

sábado 08 de febrero de 2014, 11:13h
El país estuvo pendiente este sábado, y toda la semana, de la declaración de una Infanta, que ya debería haber renunciado a serlo, en un Juzgado mallorquín. Ella, y quizá incluso su familia, piensa que todo puede seguir igual que antes de esa comparecencia ante el juez. Pero no. Para ella, las cosas han evolucionado. A peor. Todo se mueve, y mucho más aprisa de lo que piensan quienes no desean evolución -y menos revolución-alguna. Que son muchos, y más allá de lo que pudiera, lógicamente, desear la hija del Rey caída en desgracia. Y, sin embargo...
 
'Eppur si muove'. Galileo, según la tradición, pronunció este '...y, sin embargo, se mueve', tras haber abjurado de su tesis del movimiento heliocéntrico del mundo, temeroso del cruel brazo de la inquisición. La pertinacia en la inmovilidad de la tierra, que era la doctrina 'oficial', duraría aún mucho tiempo. Pero, en todo ese período, la Tierra siguió moviéndose, como antes y después. Como siempre. Hay gente, mucha gente, empeñada en que nada cambia, nada se mueve, ni debe hacerlo. Y hay quien se empecina en que no hay que moverse mientras todo lo demás gira. Es la negación de la 'doctrina Lampedusa', según la cual es preciso que algo cambie para que todo siga igual. A esa negación yo la llamaría 'doctrina Rajoy', consistente en intentar dominar los tiempos, las coyunturas, las tempestades, todas las pasiones que son elementos motores de la humanidad, a base de quedarse quieto, sin alterar un músculo. Los problemas o se solucionan por la dinámica ajena o se pudren. ¿Para qué pues, alterarse, desgastarse en una actividad absurda?
 
Hoy me pareció mucho más digna de meditación esta 'doctrina Rajoy' que cualquier comentario al uso sobre el destino de la ciudadana Cristina de Borbón tras su comparecencia judicial como imputada. Porque de Rajoy dependen, aquí y ahora, muchos más elementos de nuestro destino que de lo que pudiera ocurrirle a una Infanta que, contra lo que dicen quienes quisieran que la Corona saliese dañada de este trance, ya está de hecho desvinculada del porvenir de su familia en particular y del de España, en general.
 
Lo más curioso de todo es que, en contra de lo que en buena lógica pudiera creerse, a Mariano Rajoy, al revés de lo que le va a ocurrir a la Infanta,  el inmovilismo le puede acabar saliendo bien. Acertó cuando prosiguió, impasible, su camino hacia el mismo sitio mientras algunos en su propio partido querían desbancarle en el congreso del PP en Valencia, 2008. Y hay que reconocer que también acertó al no mover un músculo mientras rugían las fuerzas que le exigían pedir el rescate económico a la UE, aunque impuso, eso sí, las reformas que Europa nos exigía a los españoles; hoy, los datos macroeconómicos, se deban a la inercia, a las medidas del Banco Central Europeo o al sacrificio callado de los españoles, han mejorado y están generando un cierto clima de confianza, imprescindible para la ulterior recuperación.
 
Ahora, las grandes preguntas son: ¿y si también está acertando Rajoy en su 'dolce far niente'  ante el llamado 'problema catalán', o ante la disolución definitiva de ETA? No trato, desde luego, de equiparar ambas cosas. Son distintas y distantes. Simplemente, digo que Rajoy ha venido desoyendo las opiniones mayoritarias -entre las que, desde luego, está la de quien suscribe-que le piden negociación, cambios constitucionales, diálogo a tope, flexibilidad, con la Generalitat catalana; nada de esto ha hecho el presidente, y, sin embargo, todo indica que el castillo de naipes montado por Artur Mas puede empezar a desmoronarse o, al menos, a cuartearse. Esta semana hemos tenido algunos indicios visibles en las contradicciones del portavoz y 'mano derecha' de Mas, Francesc Homs. ¿Habrá tenido el presidente una visión superior a la del resto del mundo al analizar las obvias flaquezas del 'plan Mas'?
 
De la misma manera,  Rajoy ha desoído a quienes le reclamaban 'mano dura' con lo que venía significando algo así como el 'brazo político' de ETA, como también ha hecho caso omiso a quienes pedían negociación con la banda para su liquidación definitiva. Y, pese a este enroque, lo cierto es que en las últimas semanas se han producido comunicados de la banda que parecen, al menos a quienes no se niegan por principio a admitir cualquier avance, tímidos pasos en la buena dirección.
 
Y, si algo se mueve, quizá hacia el buen camino, ¿quién diablos convence ahora a Rajoy de que son precisos urgentes giros de timón, medidas de reforma legislativa e incluso constitucional, un gran pacto con la oposición para reforzar a la Corona y proceder a las medidas que el común de los mortales considera que deberían adoptarse, tanto en el campo político como, en menor medida, en el económico? Rajoy no se considera parte de ese 'común de los mortales', eso está claro. Sus intervenciones públicas son, para mí, decepcionantes. Su política de comunicación es, en mi humilde opinión, desastrosa. Su Gobierno, ese que, llevado de su política ignaciana -'en tiempos de crisis, no hacer mudanza'--, parece decidido a mantener incólume, hace agua por varios boquetes. Y ya ven: sin embargo, la situación se mueve. Sí, pero ¿hacia dónde, hasta cuándo, cuánto, con qué resultados? Porque lo que es evidente es que el hombre que mucho puede y poco, en el fondo, hace, no controla más que su inmovilidad, que tan buenos resultados -o, al menos, no malos hasta ahora-le está dando.  

 

>> El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
1 comentarios