Triste sino el de un país que,
como la próspera, educada, Francia tiene que potenciar a alguien como
Nicolas
Sarkozy para evitar males mayores. Es bien sabido que se trata de alguien
acusado de corrupciones varias, de personalismos diversos, con evidentes
errores en su trayectoria política: todo con tal de evitar que los
ultraderechistas de
Le Pen se hagan con el gobierno central o, incluso, con
algún gobierno departamental. 'Sarko' es, así, el peón existente entre un
Hollande que ha llevado a la nada las recetas socialistas y que ya se ve
reemplazado en futuro no lejano por su primer ministro, Valls, y una Marine Le
Pen que es, y ya es decir, casi lo mejor -lo menos malo-- que existe en la
militancia del Frente Nacional, cuajada de homófobos, racistas y antieuropeos.
Me precio de conocer bastante
bien Francia, ya que no, como advertía
Churchill, a todos los franceses, y he
escuchado a no pocos admitir que sí, que han votado las candidaturas de la
Unión por un Movimiento Popular y de sus aliados más centristas, pero
'tapándose la nariz'. Por eso me refería al inicio de este comentario al triste
sino al que está abocada la gran nación vecina. Que, además, sospecho que ha de
verse obligada a un replanteamiento incluso de su hasta ahora espléndido estado
de bienestar.
No, no me gusta 'Sarko, aun
reconociendo que tuvo un magnífico comportamiento en diversas materias,
incluyendo la lucha contra la declinante ETA, en lo que se refiere a las
relaciones con España. Me resulta difícil entender -o no, porque, en el fondo
¿no ha ocurrido lo mismo en España?-el deterioro de las formaciones 'clásicas'
francesas, comenzando por ese Partido Socialista que ha albergado tantos
escándalos incluso de índole íntima y que ahora está, de la mano de
Manuel
Valls, reescribiendo incluso sus principios ideológicos.
Lo que me preocupa, yendo a
otra escala, es el patente deterioro de esas fórmulas políticas tradicionales a
escala europea. Francia puede ser un primer síntoma. La Gran Bretaña asediada
por la UKIP, no menos racista y antieuropea que el FN galo, sería el segundo.
Italia sabemos cómo está y de Grecia, mejor ni hablar. España es una incógnita
que se resolverá, esperemos que con buen sentido, en diciembre. Los países
nórdicos se inquietan por su modelo, en Holanda avanzan también los 'ultras',
Bélgica ya casi ni es una sola nación... Del Este habría mucho que analizar, pero
ahí no está, confiemos, el futuro del Viejo Continente. Queda, pues, Alemania
como factor de estabilidad, bien liderada, digan lo que digan, por una
canciller que comete muchos menos errores que sus colegas en la UE y que sigue
significando un escudo frente a las pretensiones y vulneraciones de Rusia.
Claro que me preocupa, por
tanto, el porvenir de Europa. Pero es que ¿no hay acaso motivos para esta
preocupación? Para mí, Nicolas Sarkozy y su entorno significan el comienzo de
una euroangustia.
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