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El problema de la educación

El problema de la educación

domingo 12 de abril de 2015, 14:12h
El problema, que lo es, no es la casta. Ni la ocupación histórica excluyente de todo el espacio público y privado por parte de los partidos tradicionales -el PSOE y el PP a nivel nacional y CiU y el PNV en sus respectivos territorios-, lo que ha traído consigo una cierta degeneración de la democracia. No lo es tampoco el poder omnímodo de los aparatos de esos partidos y hasta del "líder supremo", que han acabado con la democracia interna en los partidos y han favorecido el surgimiento de opciones asamblearias o renovadoras. Ni siquiera lo es la absoluta carencia de autocrítica de todos los partidos, en las victorias, en las derrotas, en los aciertos y en los gravísimos errores que muchos han cometido.  
 
Los partidos han echado de la política a los jóvenes -salvo los que aceptaron "hacer carrera" desde dentro de las organizaciones juveniles de esos mismos partidos o a la sombra de algún líder al que servir, eso sí, con absoluta disciplina y escaso ejercicio del pensamiento y de la crítica. Han echado de la política a las asociaciones vecinales, sociales y profesionales, porque no han permitido que nadie les diputara ningún terreno. Y ahora, cuando las encuestas les colocan en dificultades, siguen sin entender lo que pasa, sin hacer autocrítica, sin enfrentarse al diálogo y sin hacer propósito de la enmienda. El apoyo de los votantes de 18 a 24 años, que hasta ahora mayoritariamente estaban en la abstención y que parece que se orienta a nuevas siglas, cae en picado para los partidos clásicos y pone en grave riesgo el bipartidismo. Es posible que su presencia en las urnas sea accidental y que pronto vuelvan a la abstención. Pero van a  cambiar el mapa político español.
 
Y ahí es donde habría que actuar. Necesitamos contar con los jóvenes si queremos construir para el futuro. Pero el problema de fondo, que ningún partido afronta con  rigor, está en la educación. No se puede construir un país distinto, competitivo, moderno, capaz de transformarse si no es a través de la educación. Y la que hemos tenido estos cuarenta años, la que tenemos, ha fracasado porque los Gobiernos han bajado los niveles de calidad a límites indefendibles.
 
El prestigioso catedrático de Filosofía, Manuel Cruz, denunciaba recientemente que la generalización del modelo educativo en España ha hecho que empiecen "a parecerse tanto, a reaccionar de maneras tan intercambiables, las personas con estudios superiores y las que apenas superan la educación básica" y "que los ignorantes anden crecidos, alardeando de lo que consiguen sin saber apenas nada". Y un editor de prestigio, proveniente del viejo PSUC, como Gonzalo Pontón, llega a decir que "la gente que sale hoy de la Universidad es profundamente analfabeta". Seguro que es posible pasar de una sociedad de la desigualdad, del desempleo y del trabajo precario a otra del talento, creativa, innovadora y creadora de empleo. Pero eso pasa por la educación de calidad desde preescolar hasta la Universidad. Por hacer que la gente piense por sí misma. Y eso no está en los programas ni en los intereses de los políticos. 
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