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Gente Corriente

Gente Corriente

martes 21 de abril de 2015, 15:13h
"Son una familia normal" aseguran unos. "El chico era un alumno normal" añaden otros. De manera que cabe preguntarse qué ha pasado para que un crío de trece años haya irrumpido en su instituto causando la muerte de un profesor e hiriendo a otras personas.

Es evidente que algo ha fallado. ¿Es que nadie se dio cuenta de que ese niño podía tener algún problema? ¿Es posible que ni sus padres ni sus maestros detectaran nada raro en él?

Leemos en los periódicos que los vecinos de la familia del agresor aseguran que esta es "una familia normal, del barrio, como todos los demás", de un barrio de clase media, de gente corriente.

Lo cierto es que la noticia de que un niño de trece años ha atacado a sus profesores y compañeros con una ballesta ha conmocionado a la opinión pública y a la vez abre un debate en la sociedad porque hay que preguntarse qué se está haciendo mal, qué falla para que algo así suceda. Y leemos también en los periódicos o escuchamos y vemos en radios y televisiones a expertos opinar sobre lo que puede llevar a un chico a tener esa actuación además de reflexiones sobre las influencias que reciben nuestros niños.

Hay que preguntarse con qué y a qué juegan y desgraciadamente, no sé en este caso, los videojuegos violentos forman parte del ocio de los más pequeños. Normalmente los padres compran los videojuegos que sus hijos les piden sin analizar el contenido y aunque lo hagan no llegan a pensar, o no llegamos a pensar, en la influencia que pueden tener en la mente de nuestros hijos.

En realidad nuestros hijos reciben imputs violentos a diario, ya sea a través de las películas que ven en la tele y en el cine o de los videojuegos e incluso de algunas canciones de sus ídolos favoritos. Pero la violencia se ha elevado a la categoría de lo normal, es algo que está ahí, detrás de la pantalla, sin que nadie analice del efecto que tiene en los más pequeños.

También hay que analizar sobre los medios de que disponen los centros educativos para abordar la educación global de los alumnos. No me refiero al aprendizaje de las Matemáticas o el inglés, sino a la formación de los niños como individuos, como ciudadanos, siendo capaces de detectar sus problemas y  carencias  para además darles una respuesta.

Sí, hacen falta departamentos sicopedagógicos y orientadores en todos los centros educativos, pero en número suficiente, porque en un instituto uno o dos sicólogos no serían nunca suficientes.

De manera que sí, que hacen falta medios materiales y humanos para atender a las necesidades educativas de los niños, pero también hace falta una profunda reflexión sobre cómo educamos a nuestros hijos en esta sociedad en que no se lleva poner límites y en que no es la primera vez que un alumno arremete a un profesor. Lo peor es que cuando se produce una de esas agresiones no pasa nada o casi nada.

Sí, algo estamos haciendo mal como sociedad para que un chico corriente de una familia corriente provoque una tragedia como la que se ha vivido en el instituto Joan Fuster.
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