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Las ideas claras

Las ideas claras

jueves 10 de julio de 2014, 16:02h
Toda la vida me han dado miedo las personas que decían: "Estaré equivocado, pero tengo las ideas claras", porque, efectivamente, estaban equivocados. Yo mismo nunca he tenido las ideas claras, ni siquiera pasados tantos años de la adolescencia, cuando se presume que uno ha madurado. Lo de la madurez, siempre me ha parecido asunto de melocotones, higos, cerezas y otros frutos, porque la vida es demasiado corta para poder llegar a madurar, a no ser que uno sea un "maduro prodigio", cualidad escasamente apetecible.

Cuento todo esto a propósito de Madina y Suárez, que me atraen por igual, tras la comprobación fehaciente de que no tienen las ideas claras. Ambos se han manifestado simpatizantes con los deseos de la consulta catalana, y ambos, también, han rectificado. Asimismo a los dos les gusta el término "federalismo", y parecen encontrarle tantas posibilidades como un tonto a una tiza. Además, cuando al oscuro término Madina le añade el calificativo de asimétrico, la cosa adquiere esos efluvios misteriosos del "abracadabra" infantil, las palabras mágicas que arreglan la realidad. Y es que, estamos ante una generación de políticos que están bastante convencidos de que las palabras transforman la realidad.

En eso cada vez somos más mágicos. La ingenuidad anterior era que la realidad la transformaban los decretos y las leyes. Están convencidos de que cambiando la ley de educación, los estudiantes se van a poner a estudiar con entusiasmo, y los profesores a enseñar con alegría. O que si cambias el Código de la Circulación ya nadie va a morir en la carretera. Pero Madina y Suárez han dado un paso hacia adelante y están en la posmodernidad: las cosas se arreglan con palabras. "Tenemos que hablar" dicen las parejas que están a punto de dejar de hablarse. "Hay que hablar" recomiendan los que creen que el nacionalismo no se cura viajando, sino hablando. "Podemos hablarlo", dice el ejecutivo de la empresa que ya ha tomado una decisión de la que no quiere hablar. Y Suárez y Madina pronuncian el término de federalismo asimétrico como si fuera el bálsamo de Fierabrás. También podían hablar de "federalismo discriminatorio" o de "federalismo injusto" pero perdería esa ambigüedad maravillosa de la anfibología que parece que va a arreglar lo que no tiene arreglo. Al que no votaría es a Pérez Tapias, porque se le ve maduro. Un candidato sin sorpresas que puede que, pese a la apariencia, no tenga las ideas tan claras.
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