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Letera Dura

Letera Dura

viernes 01 de agosto de 2014, 08:03h
A excepción de la gran escritora Mónica Carrillo, A3TV, que debe estar a punto de obtener el Goncourt, el Planeta, el Booker, el Pulitzer y el Torneo de Tabas de Valdeconejos, el resto de los que cito a continuación son eximios, excelsos, relevantes, insustituibles, eminentes presentadores de TeleCinco. Todos con vocación literaria, perdón, con bokazioñ ilerdada:
 
Raquel Sánchez Silva, Mañana a las seis; Sandra Barneda, Reír al viento; Christian Gálvez, Matar a Leonardo da Vinci; Mónica Carrillo, La luz de Candela; Maxim Huerta, La noche soñada; Jorge Javier Vázquez, La vida iba en serio; Belén Esteban, Ambiciones y reflexiones; Javier Sardá, Asesino de presentadores...
 
No es de extrañar que Javier Marías, entre otros egregios como Goytisolo o Ferlosio, ya no quiera escribir más novelas. En realidad, lo que no quieren es publicarlas... durante este tiempo ágrafo e incapaz de juzgar el arte literario. Será el camino lógico de quienes hasta ahora eran escritores, más que nada porque cada vez hay menos lectores con el nivel adecuado.
 
He escrito varias veces que la necesidad de cambiar de generación es urgente y ha de ser radical ya que la podredumbre es generalizada,  sistémica, y necesitamos en este cambio de paradigma global una nueva armazón ética que lo replantee todo, que someta al sistema a una reingeniería completa.
 
Ninguno de los nombres arriba citados debe ser llamado escritor; ni tan solo juntaletras. En realidad son parte de un sistema enfermo hasta el tuétano: no hay una sola razón literaria para que sus libros se editen, se promocionen y se les pongan fajines llenos de elogios con Photoshop.
 
Solo se pone nombre y cara a un montón de palabras empastadas que probablemente ni siquiera han sido escritas por ellos, al menos no en la forma en que algunos entendemos el verbo escribir. Son parte de un fraude; de hecho, son el elemento necesario aunque no suficiente sin el que el fraude no podría darse.
 
Milli Vanilly fue un dúo de gran éxito a principios de los 90. Algunos años después se descubrió que no cantaban, que hacían playback a otras voces que permanecían, como los negros literarios, en el anonimato. Fue su fin.
 
El fraude ha quedado como suyo, pero en realidad lo planeó Frank Farian, el productor que los lanzó. Lo sabían las dos discográficas, la segunda fue Sony, la que más se lucró con el fraude mientras duró. Una estafa así necesita muchos cómplices: cuando actuaron en la gala MTV, sus directivos tuvieron que saberlo y ser partícipes al permitirles playbaquear en una gala. Solo los chavales pagaron, Farian sigue siendo un productor exitoso y de la Sony mejor ni hablar.
 
Pues lo mismo. Los personajes de aparición cotidiana en la tele que consienten en hacerse pasar por escritores en playback forman parte del tinglado para dar gato por liebre.
 
¿A alguno de ellos se le ocurriría, con conocimientos equivalentes a los que poseen del arte literario, hacerse pasar por pintor? ¿O escultor? ¿O compositor? ¿O arquitecto o bailarín? No, por supuesto.
 
En la cosa de las palabras cualquier facineroso puede juntar 40.000 palabras, pasarlas por el tamiz de un corrector de estilo y dárselas a la editorial de turno para que, ale hop, se conviertan en Escritores. Son el elemento necesario del engaño, pero no suficiente: cuentan también el editor, el negro y el librero. Todos en mayor o menor medida son copartícipes del timo para vender 350 grs. de palabras mal pesadas a precio de caviar. ¿Y el esfuerzo necesario de la técnica? ¿Y el talento?
 
El cambio de paradigma se culminará si conseguimos echar del sistema a todos los corruptos o cercanos a la corrupción, sin excepción, y, al tiempo, elevar en nuestro comportamiento diario el listón de autoexigencia ética en todo cuánto hacemos y decimos. Las décadas de los 90, 00, 10 y a lo que va 20, serán un páramo para España: poca población, envejecida, mal preparada, sin asistencia social, sin una ética acorde a los tiempos. En mala deriva y al pairo.
 
No calles ante el que defrauda; no robes rotuladores en el trabajo; no te apropies ideas de tus becarios; no creas que haces el trabajo ajeno mejor que el especialista ...
 
No a la corrupción, tolerancia cero con nuestras propias debilidades.
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