Pactar requiere confianza y honradez
lunes 13 de abril de 2015, 13:09h
Lo
que nos separa y lo que nos une: el caso UPyD/Ciudadanos es ya un paradigma
habida cuenta de que excepto Rosa Díez casi nadie ve las "diferencias
insalvables" entre ambos proyectos. Entre IU, Podemos, Ganemos, Empujemos y
demás franquicias tampoco se aprecian grandes diferencias.
El
PP nació de la conjunción de una miríada de partidos de derechas que dejaron a
un lado sus diferencias para centrarse en lo que les une ideológicamente y el
origen de Izquierda Unida fue el acuerdo entre partidos que también decidieron
que diferencias tan sutiles como PASOC y PSUC no les beneficiaban
electoralmente que es de lo que finalmente se trata.
Las
motivaciones de estas coaliciones, sin embargo, son distintas de lo que ahora
estamos viendo. Aquellos buscaron agruparse para obtener un mejor resultado
electoral frente al PSOE de Felipe González y, en cierto modo, lo que
perseguían era una mejor posición en la parrilla de salida electoral, los unos
para superar el Techo Fraga y los otros para optar a una posición
bisagra que detentaban PNV y CiU.
Ahora
vemos otra cosa. De un lado, y esto es coyuntural pero no menos importante, la
mala prensa del bipartidismo que se ha convertido en la bicha transversal a
batir para una parte importante del electorado. Por otra, una maduración del
"producto" democracia en España.
No
creo que estemos en ninguna segunda transición ni nada semejante -transición
solo puede haber una, la que pasó de la dictadura a la democracia-, es solo que
los presupuestos ideológicos del XX en España ya no sirven en el XXI: nos hemos
cansado de que nos roben -los de derechas, los de izquierdas y los medio
pensionistas-, de que se repartan prebendas y cargos con remuneraciones
inverosímiles y que, encima, no gobiernen para la ciudadanía.
Es
sabido que los controles anticorrupción del franquismo fueron borrados de un
plumazo por un acuerdo izquierda derecha en los primeros 80 para poder acceder
a ayuntamientos y comunidades autónomas en un momento en que su arquitectura
administrativa no existía. Pero lo que debió ser solamente una decisión
transicional acabó por imponerse como norma y el resultado fue la corrupción
sin freno. Ahora deberemos reforzar los controles anticorrupción y la exigencia
moral a los actores políticos -es decir, que una persona como Andrea Fabra,
que el día que encarcelaron por fin a su padre dijo que estamos poniendo el
listón de la honradez muy alto, no debe tener cabida en política- y el
resultado, presumible y deseablemente, será que los corruptos vayan al hampa y
no a la política y que a esta lleguen personas decentes.
Cuando
por fin podamos confiar en nuestros políticos porque ya hay controles hasta de
las monedas que llevan en el bolsillo si salen del presupuesto común, los
pactos serán cosa normalizada y no habrá escandaleras porque Vox llegue a
acuerdos con Equo, un suponer, ya que estaremos hablando de personas capaces de
pactar desde sus planteamientos ideológicos llegando a acuerdos públicos y
transparentes en los que cederán en algunas cosas y no se pondrán de acuerdo en
otras pero, en todo caso, mirando al horizonte de cuatro años que es una
legislatura.
Andando
este camino, llegaremos a ver cómo todos los partidos de la oposición serán
capaces de acordar el apoyo a un candidato común antes de las elecciones sin
necesidad de coaligarse, simplemente porque diseñarán un programa electoral
común en el que se marque qué y cómo van a gobernar. Puede que en estas
latitudes suene raro, pero desde mediados del XX, hace casi 70 años, es lo que
ocurre habitualmente en las democracias parlamentarias nórdicas y no veo por
qué no habría de ser igualmente factible en España.
Antes
de que esto ocurra, sin embargo, deberán reimplantarse los controles férreos
en las administraciones públicas y pasar por la piedra de la
transparencia total y pública a los partidos y asociaciones políticas y habrá
que rediseñar el sistema español, que no es del todo malo, para que los
manilargos no puedan convertirse en partidos políticos sino en lo que son,
Bandas Criminales.
ESQUIRLA:
Veremos qué pasa el 25 de mayo, día de los zombies políticos, cuando miles de
carguetes se queden sin el acomodo y la mamandurria y pregunten en Génova y
Ferraz que qué hay de lo mío. ¿Se les mandará a paseo?
@manuelpascua