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Adrián conoce el Paraíso

Adrián conoce el Paraíso

miércoles 03 de diciembre de 2014, 19:13h
Adrián, un niño de Vélez-Málaga que padece hidrocefalia y malformaciones severas en las manos, es capaz a pesar de ello, o por ello, de conducirnos al Paraíso, que lo conoce bien porque es el sitio del que él viene y al que pertenece. Dicho así, pudieran creer los que no le conocen ni le han oído que se trata de una exageración poética o de un exceso sentimental, pero quien ésto lea no tiene más que buscar en la Red el vídeo en el que Adrián canta junto a su hermana maravillosa, para descubrir que en las anteriores palabras no hay exageración ni exceso alguno, sino antes al contrario. En ese vídeo, filtrado en la Red nadie sabe cómo, el niño y su hermana ensayan, con la pequeña ayuda de una guitarra que alguien a su lado rasguea, la canción "Qué bonito" que hace algunos años nos regaló la buena de Rosario Flores.

Además de estremecerse y llorar, porque hay alegrías que sólo pueden cursar en lágrimas, el que ve y escucha a Adrián Martín se ve, ya digo, automáticamente transportado al Paraíso, del que algunos dudábamos de su existencia. Se trata de un lugar que, pese a estar aquí, se halla infinitamente lejos de la barbarie y la sordidez que la actualidad nos suministra, de las hordas de primates con maldad humana que empuercan el fútbol, de los padres y las madres que matan a sus hijos o de la cruel y despiadada acción de éste Gobierno que tanto parece odiar a los españoles. Ese niño, ese insigne niño que figura en los estadillos oficiales como minusválido o discapacitado, tiene el poder, el mágico poder, de devolvernos lo que necesitamos y nos pertenece, la capacidad de sentir, de amar, de gozar, de superarnos, de encontrar las flores entre tanta mierda, de mandar sobre el destino escrito por otros o por el infortunio, de hacernos, en fin, humanos no sólo por el lado chungo que se nos obliga a cultivar constantemente.

Los padres de Adrián, cuyo amor por su hijo está en la raíz de su milagro, agradecen los elogios que está recibiendo masivamente, y ruegan que nadie sienta pena por él, pues es, dicen, el niño más feliz del mundo. Y es verdad.
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