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‘Big Boy’: hambre, abusos y miseria, en torno al escenario

viernes 01 de julio de 2016, 17:40h

Son solo dos actores en escena pero se transforman en casi un centenar de personajes. Todo sucede a velocidad de vértigo pero el puzle escénico está montado milimétricamente. Unos tirantes puestos o quitados, la gorra sobre la cabeza, la ralentización o aceleración del movimiento, la técnica actoral utilizada al límite en cuerpos, rostros, muecas, gestos y voces con las que construyen las decenas de personajes. Y todo ello envuelto en decenas de cortes musicales y en un espacio sonoro elaboradísimo. Todos esos mimbres conforman una coreografía casi imposible, asombrosamente perfecta, a lo largo de 60 minutos frenéticos por donde desfilan todas las emociones: desde la ilusionada y cómplice sonrisa, hasta el adiós que rompe el corazón en mil pedazos, pasando por el asesinato, la amistad, el compañerismo, la guerra, el abuso, la mafia, la ley seca, el ambiente de los garitos norteamericanos de los años 20, cabarets repletos de golfillos sin distinción de sexo, o el público vehemente que asiste a una velada de boxeo. Todo esto y más cabe en ‘Big Boy’, un montaje escrito y dirigido por José Luís Montiel Chaves, Mario Ruz Martínez y David Roldán Espejo.


Los intérpretes son José Luís Montiel Chaves y Mario Ruz Martínez, que dan una verdadera lección de eso que se ha llamado teatro físico porque hace falta tener unas facultades físicas extraordinarias para mantener el ritmo, la tensión, la coordinación y el sentido del movimiento escénico al cien por cien para hacer lo que hacen ellos y sin un solo fallo. No es, pues, extraño que hayan levantado cada día de sus butacas a los espectadores del Off del Teatro Lara para premiar su magnífico trabajo en escena.


La acción discurre entre el Dublín de principios del siglo XX, y los Estados Unidos de América de los años 30. Michael Smith y Jimmy Olsen son dos amigos de la infancia en un Dublín empobrecido y miserable antes de la Primera Guerra Mundial. Uno es fuerte y anhela convertirse en boxeador, y el otro un buscavidas. Entre juegos, peleas y sueños viven sus primeros años de calle y de barrio, hasta que en 1917, con apenas 16 años, los dos amigos son reclutados y tienen que marchar a la fuerza al frente de guerra. Al terminar esta, Jimmy emigra a América por el hambre, la desolación y la falta de trabajo en Irlanda, y, al cruzar el charco, en Nueva York, casi nada más pisar el puerto, se topa con la mafia.


La voz del narrador (la de los propios actores) recuerda a las voces de nuestros actores de doblaje porque cuanto sucede en escena tiene mucho que ver con aquel cine de Hollywood que nosotros veíamos doblado -raras veces en versión original- contando episodios sobre la inmigración europea (irlandesa e italiana, principalmente) durante el primer tercio del siglo XX, con una primera Guerra Mundial, y a las puertas de una segunda, que acabó por devastar todo el viejo continente.

Con la imprescindible ayuda de música, sonido y luz, en un escenario vacío, se viven con inusitado realismo y dinamismo, empujones y pedradas de chicos, batallas terrestres y aéreas de guerra, desfiles de caballería, peleas de barrio y de taberna, ambientes sórdidos de cabarets camuflados y exclusivos, almacenes de bebidas alcohólicas en plena Ley Seca de Estados Unidos, el ambiente de los gimnasios donde entrenan los aspirantes a campeones de boxeo, el trucaje de los combates para manejar las apuestas al antojo de unos cuantos mafiosos, o las consecuencias fatídicas que tiene contravenir sus férreos dictados.

La emigración, la amistad, la mafia, la explotación parecen temas del pasado y, sin embargo, son de hoy, de nuestros días, y están incluso en los mismos escenarios. Sin ir más lejos, en este ‘Big Boy’. Algo huele a podrido en nuestro sistema cultural cuando permite que montajes como este, que han llenado y triunfado día a día en su paso -cada jueves, durante más de dos meses- en el madrileño Off del Lara, -como en otras salas por donde ha pasado también el espectáculo-, no pueda plantearse hacer una gira completa por España, para llevarlo a cada ciudad, a cada pueblo.

Grandes y pequeños (empresarios, compañías, distribuidores teatrales) se quejan del 21 por ciento de IVA, y no les falta razón. Pero casi nadie habla del estado lamentable de la profesión, con sueldos decimonónicos, cuando no inexistentes, para actores, directores y equipos artísticos y técnicos de las compañías que dan siempre el todo por el todo, a cambio de unos cuantos euros (te asombrarías y no darías crédito a mis palabras si pongo la cifra concreta…). Una clase de inglés, sin duda, es mucho más productiva para ellos, desde el punto de vista exclusivamente económico, pero la vocación de los hombres y mujeres de teatro es más fuerte que el hambre. Al menos, por ahora…




‘Big Boy’


Texto y Dirección: José Luís Montiel Chaves, Mario Ruz Martínez y David Roldán Espejo

Reparto: Mario Ruz Martínez y José Luis Montiel Chaves


Supervisión en la dirección y dramaturgia: María del Mar Navarro y Andrés Hernández

Dirección técnica: David Roldán Espejo

Vestuario: Paloma de Alba Chaves

Escenografía: Encarnación Martínez Cerezo

Fotografía y Diseño gráfico: Carmen Reyes Martínez

Diseño de cartel y programa: Antonio Laguna Cabezuelo e Isidoro Fernández Iglesias

Grabación y Edición de video: Jana Pachón Manzano

Compañía: Guantuguan

Teatro Lara, Madrid

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