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'Decir sí': complacencia, sumisión y complicidad

'Decir sí': complacencia, sumisión y complicidad

lunes 09 de mayo de 2016, 11:24h

¿Qué extraños e insólitos lazos unen a represor y reprimido?, ¿la complacencia puede ser el origen de todo?, ¿no hay más ciego que el que no quiere ver? Una dramaturga y novelista argentina, Griselda Gambaro, da una respuesta muy clara a estas preguntas en una obra que tituló ‘Decir sí’ que estos días puede verse en la Sala Mirador, en un montaje dirigido por Cristina Rota e interpretado por dos de sus aventajados alumnos, Beatriz Bracero y Fernando Solís. La obra forma parte de la III Muestra de Creación Escénica ‘SURGE Madrid’.

La historia está contada en poco más de 45 minutos. Un peluquero, sentado y hojeando alguna revista, está a la espera de alguna clienta de última hora y, de paso, da buena cuenta de un improvisado tentempié con el que aligerar esos últimos momentos de la jornada. En la espera suenan también algunas canciones en la radio, que el peluquero tararea orgulloso y henchido de emoción: “Fiel espada triunfadora, que floreces en mi mano…”, “Banderita, tú eres roja; banderita, tú eres gualda…”, y que ya dan una nítida idea del tipo que el espectador tiene delante… Al fin, una mujer entra en el establecimiento. La simpatía y la locuacidad de la mujer encuentran como agria respuesta del peluquero, el silencio, algunos gestos despectivos y concretos y una mirada cargada de acero y afilada como un cuchillo. La mujer, se muestra primero desconcertada, luego nerviosa y, finalmente, complaciente, dócil y sometida.

Ese aparente juego de poder y sumisión, que transita en idénticas proporciones por el absurdo, la comicidad y el terror, es el que pone sobre la mesa Griselda Gambaro, en esta obra que, aunque fue escrita en 1976, no lo estrenó hasta 1981, en el Teatro del Picadero en Buenos Aires, en plena dictadura argentina, en donde esa historia cobra ya un valor muy distinto que si no se situara en ese contexto. Pero hoy, teóricamente superada ya esa etapa de la historia argentina, la propuesta tiene idéntico valor porque la sutileza del poder (político, sí, pero también económico, cultural, social, etc.) sigue siendo ejercida y son los ciudadanos quienes admiten narcotizados sus abusos con una pasividad y sumisión muy cercanos a los que muestra la mujer frente al peluquero.

Con claras influencias de Ionesco, Beckett, Pirandello, Brecht o, de los argentinos Defilipis y Arlt, reconocidas públicamente por la propia Gambaro, la obra va dejando helada la sonrisa del espectador a medida que avanza, y lo deja en verdadero estado de shock al llegar al desenlace, y provocando en él la necesidad de un autoexamen sobre la relación con la realidad que lo circunda.

El montaje de Cristina Rota, que ha trasladado la realidad argentina a la española con esas notas musicales que suenan al principio y al final del mismo, presenta una situación próxima, cotidiana, en la que puede reconocerse cualquier espectador. La escenografía que recrea cualquier peluquería de barrio (algunos silloncitos de espera, un gran espejo frente al cliente, el sillón, un perchero…), es inquietante y consigue mantener en un estado de permanente tensión y alerta al espectador. En él ha cambiado, además, una segunda figura masculina en la obra original, por una femenina en esta versión, sin que por ello la función pierda un ápice de fuerza, ampliando así también la problemática al tema de género. Y es que no hay ámbito humano en el que el opresor no esté tentado de ejercer su fuerza, ni debe haberlo en el que cualquiera de nosotros no sea capaz de descubrir esos signos, a veces suaves, sutiles, pero siempre efectivos para perpetuar el abuso del fuerte hacia el débil.

‘Decir sí’

Texto: Griselda Gambaro

Dirección: Cristina Rota

Interpretación: Beatriz Bracero y Fernando Solís

Iluminación: Cristina Rota y Luis del Valle

Producción: Nur Levi

Sala Mirador (Madrid)

Hasta el 22 de mayo de 2016

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