Jost, Marie y Lorenz son tres soldados alemanes perdidos en medio de un “conflicto armado” -como ahora se dice para minimizar los crueles e irreversibles efectos de la guerra- en plena montaña inhóspita y arenosa de más de tres mil metros, situada en algún lugar de Oriente (todo apunta a que ese lugar sea Afganistán, aunque el autor no lo nombra en ningún momento). El jeep en el que patrullan se ha averiado y los tres deben permanecer allí durante un tiempo indeterminado hasta que el más joven, Lorenz, acabe de desmontar, primero, y reparar después, el motor del vehículo. Entre tanto, a la guerra en donde están metidos se une también esa otra guerra mucho más íntima, la interior, de la que es imposible huir, a la que no hay más remedio que enfrentarse, caiga lo que caiga, y caiga quien caiga...
Los tres magníficos actores que encarnan a Jost, Marie y Lorenz son respectivamenteDavid Aramburu,Lucía Casado Amo y Miguel Bosch,y son los protagonistas de ‘La casa de la paz’, del escritor alemán Lothar Kittstein, en versión de Juan Reguilón, en un interesantísimo montaje que ha dirigido Nuria Pérez Matesanz. En él afloran con toda naturalidad los conflictos más peliagudos del hombre moderno, que van desde su lugar en el cosmos, la religión, la lucha entre culturas, las relaciones internacionales, la guerra, los nacionalismos y, en medio de todo ello, las relaciones personales entre los hombres que provocan todos los problemas anteriores, con sus miedos, sus dudas, sus ambiciones y sus miserias.
Todo discurre enmedio de una sencilla pero efectivaescenografía de Blanca Moltó, que representa las ruinas de una vieja y destartalada clínica, con algunos enseres hospitalarios repartidos por ahí, y enmarcado todo por un reguero de arena. En uno de los extremos del escenario, de pronto, una voz triste, profunda canta en árabe una doliente melodía (la música es de Alberto Llerena, quetermina el montaje con el tema de The Doors The end, quesuena en Apocalipse now, de Coppola) y con una luz de Fabrizio Castro, unas veces cegadora, otras inquietante o intimista.
Fascinantes las relaciones personales que se establecen entre Jost, soldado ya experimentado, duro por fuera pero quebradizo pordentro yresponsable de la pequeña expedición (estupendo David Aramburu), con Marie, una chica joven que parece saber lo que quiere, con cierta formación intelectual, cristiana, racional y con los pies en la tierra y con una profunda vida interior que le hace tener un aura de dolor y misterio (soberbia Lucía Casado Amo), y el tercero en obligada “concordia”, Lorenz (muy bien Miguel Bosch),un joven totalmente vacuo, perdido, sin mucho más interés en la vida que ir coleccionando novias y conquistas, hasta que se da de bruces con Marie, que no está dispuesta a sucumbir a la tentación de la carne tan fácilmente. Ni con Lorenz, ni con Jost, que lo intenta asimismo apoyado en su mayor fortaleza física, que también rechaza la mujer poniendo en práctica sus habilidades como luchadora cuerpo a cuerpo.
Las creencias personales, los ideales patrióticos y el compromiso de cada uno de los tres soldados que el azar ha unido enmedio de esa montaña perdida en el culo del mundo, no salen muy bien parados. Lothar Kittstein juega con el título de la obra con la paradoja de reunirlos en ‘La casa de la paz’, el nombre de la clínica, pero también el territorio donde los musulmanes pueden profesar su fe, frente a La casa de la guerra, es decir, el resto del mundo. Demasiadas preguntas que hacen temblar las certezas ciegas de quienes se ofuscan no por la evidencia de la razón, sino por la fe inoculada e irracional. Para mí, desde luego, un montaje tan sorprendente como imprescindible.
‘La casa de la paz’
Autor: Lothar Kittstein
Versión: Juan Reguilón
Dirección: Nuria Pérez Matesanz
Intérpretes: David Aramburu, Lucía Casado Amo y Miguel Bosch
Ayudante de dirección: Jorge Andolz
Teaser: Nacho Cagiga
Sala Nave 73,Madrid
Hasta el 13 de mayo de 2017