¡¡Irresponsables!!

Y establecer, si es necesario por la vía judicial, donde termina el derecho de huelga de una minoría y el derecho al funcionamiento normalizado del Servicio Cántabro de Salud.

Un centenar de médicos no pueden crear dificultades a los miles de trabajadores de la sanidad cántabra. Ni pueden tener de rehenes a los enfermos, ni pueden, por supuesto, salvo que concurran a las elecciones, imponer su ideas al Gobierno democrático salido de las urnas.

Los soviets de médicos y anestesistas carecen de todo derecho legal y moral para decidir qué pacientes deben ser atendidos y cuáles no, fórmula que acaban de inventarse para hacer creer a los ciudadanos que están suavizando la huelga. Los pacientes con patologías graves o cuyo tratamiento no admite espera ya estaban atendidos pese a los huelguistas.

Es cierto, no obstante, que otros usuarios de la sanidad pública, con problemas no urgentes, han visto cercenado su derecho a recibir la atención adecuada en tiempo y forma. Les recuerdo las cifras de la machada de estos dos sindicatos médicos en el mes que llevan de huelga indefinida: 700 intervenciones quirúrgicas suspendidas, 26.000 consultas aplazadas y 2.500 pacientes con derecho a acogerse a la Ley de Garantías de Demora por sobrepasar su espera los 180 días. Esas son los datos reales del conflicto y el resto demagogia barata.

Conflicto, por otra parte, donde el Gobierno ha ido cediendo, tanto en lo económico como en los principios (carrera profesional, dedicación exclusiva…), mientras que los sindicatos médicos convocantes de la huelga bailaban la yenka. En cada ocasión en que el acuerdo parecía cercano, la última vez anoche en el diálogo SCS-Anestesiólogos, se han levantado de la mesa de negociación y tirado las patas por alto con argumentos tan fútiles como demagógicos.

Un paso adelante y dos atrás. Quienes nos resistíamos a creer que en la mente de los dirigentes de este conflicto latía algo más que las justas o no tan justas reclamaciones incluidas en su tabla negociadora, que rechazábamos la existencia de motivaciones partidistas, estamos perdiendo la partida.

Está claro que quieren dirigir la sanidad en un sentido ideológico determinado y que pretenden imponer no sólo a los interlocutores en la mesa de Negociación sino que Gobierno es el que debe negociar.

Pues bien, ahí están, a la vuelta de mayo, las elecciones. Entendería perfectamente que los sindicatos huelguistas prefieran de consejera de Sanidad a María José Sáenz de Buruaga, que acaba de afirmar que con el PP en el Gobierno no habría huelga (se supone que porque les concederían todo lo que han pedido), que a Charo Quintana.

Están en su perfecto derecho y no seré yo quien se rasgue las vestiduras si así lo proclaman públicamente. Pero dando la cara, para que los ciudadanos sepan por qué y para qué y quienes son los que les están privando de su derecho a una sanidad pública de calidad.