www.diariocritico.com

La mano en el fuego

viernes 20 de febrero de 2009, 08:38h
Hace ya tiempo que en política, poner la mano en el fuego es uno de los riesgos más extremos que no cubre ninguna póliza de seguro, porque si hubiera una unidad de grandes quemados por el fuego de la política, los casos urgentes estarían aparcados en los pasillos y las listas para someterse a injertos, serían las más largas de la sanidad pública. La experiencia demuestra que no es aconsejable poner la mano en el fuego por ningún político, por mucho que sea persona de absoluta confianza, que esté limpio de toda sospecha y su conducta haya sido aparentemente intachable. Los últimos acontecimientos nos reafirman en la necesidad de ser precavidos y no exponer nuestra piel, nuestra carne, al fuego de la confianza ajena, porque un rescoldo traicionero o un golpe de viento inesperado, puede desviar la llama y abrasarnos.

Con quemaduras de segundo grado deben andar aquellos que mostraron su fe ciega y pusieron la mano en el fuego por la inocencia del ya ex alcalde de Boadilla del Monte y del ex alcalde de Majadahonda, porque la cosa apunta a que las quemaduras pueden aparecer de un momento a otro. Con buena fe hubo quien puso la mano en el fuego por el ex consejero de Deportes, Alberto López Viejo, y ahora el fuego ha dejado de calentar el ánimo y amenaza con reavivarse. Lo que publicó el diario El Mundo hace unos días sobre el supuesto cobro de comisiones por parte del ex consejero a empresas contratadas, no es para quedarse cruzado de brazos: si se demuestra que es cierto, que deje su escaño como diputado regional; si es mentira, que se defienda, que responda, porque la callada es la peor respuesta y resulta una postura abrasiva contra quien haya puesto por él la mano en el fuego.

Pero los políticos no escarmientan. Vuelven a quemarse dos veces en el mismo fuego. Les ciega la pasión por defender la inocencia de las personas más cercanas, antes que dudar sobre las miserias de la condición humana, que pueden hacer posible en una persona lo que jamás se hubiera podido pensar de ella, aunque en algunos casos resulta más arriesgado que en otros derrochar confianza, defender lo desconocido y poner la mano en el fuego, ya que hay sospechosos cuyo pasado avala, cuando menos, la duda razonable sobre su honradez, y en estos casos la temeridad aumenta y la mano se calienta, incluso antes de depositarla sobre el fuego purificador.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios