Más que accidentes

Los accidentes ocurren. De eso no cabe duda. Ocurren en países atrasados y desorganizados como el nuestro y también en naciones avanzadas, donde ninguna previsión parece ser suficiente. Pero cuando los siniestros suceden con una frecuencia alarmante, vergonzosa, ya no es posible seguir hablando de accidentes o coincidencias.

Tiene que haber algo más. Y en el caso de los accidentes sufridos por aviones, avionetas o helicópteros militares, necesariamente tiene que haber alguna explicación. ¿Negligencia? ¿Incompetencia?

Es que ya resultaba llamativo, por no decir escandaloso, que de las cuatro avionetas que se han estrellado en el sector de la avenida González Suárez, tres hayan sido militares. Pero si a esto sumamos el aún reciente accidente en el que falleció la entonces ministra Guadalupe Larriva (junto a su hija y cinco oficiales del Ejército) y el del último jueves, cuando dos oficiales murieron durante la operación de rescate de los tripulantes de un avión de combate que se estrelló en Orellana, entonces estamos delante de algo que va más allá del azar.

Los ciudadanos comunes entendemos poco o nada del manejo de una aeronave, de sus complejidades técnicas, pero sabemos que la cantidad de accidentes sufridos por aviones militares (en tiempos de paz) está fuera de los parámetros normales.

Y la manera en que ocurrió la última desgracia evidencia la forma en que se manejan las cosas en nuestro Ejército (lo que, lamentablemente, no es más que un reflejo de cómo se hacen las cosas en nuestro país). ¿Cómo es posible que la cuerda con la que estaban rescatando a los tripulantes del avión accidentado se haya roto? ¿Era una cuerda fabricada con ese objetivo? ¿Cuántos años tenía?

Seguramente ahora que el tema está en el ojo de la tormenta se tomarán algunas medidas correctivas. Probablemente vuelen un par de cabezas. Pero más tarde o más temprano, a menos que en las Fuerzas Armadas (y en el país) las cosas se empiecen a hacer responsablemente, habrá más accidentes. Y más vergüenza para el Ecuador. Y más familias de luto.

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