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Euzkadi: pasado mañana

jueves 07 de mayo de 2009, 13:27h
            Cuando aún resuenan los aplausos y se palpan los silencios en la Cámara vasca, y en los cenáculos  -magníficos cenáculos vascos- se digiere con dificultad el abandono de la política activa de quien ha sido el lehendakari más popular del país y también el más querido, Ibarretxe, también asoman dudas y preocupaciones que afectan y mucho a la clase política vasca, pero también a una sociedad que entre la violencia terrorista y el aceptable buen hacer de los sucesivos gobiernos nacionalistas o de coalición, ha sabido situarse en la cumbre del desarrollo económico y de los servicios educativos y sanitarios de toda España.

            Hoy Patxi López ha prometido bajo el árbol de Gernika como lehendakari del País Vasco y se ha abierto una nueva etapa que materializa la turnancia en el poder político como base de una situación verdaderamente democrática. Y lo que es bueno para cualquier nación o institución, también lo será sin duda para Euzkadi.

            Pero mañana o pasado mañana empezará a tomar forma el nuevo gobierno de los socialistas vascos y los inmediatos relevos en los grandes centros de decisión, porque en treinta años de hegemonía jeltzale, la gran mayoría de los puestos de libre designación han sido ocupados por personas afines al nacionalismo, sin que esto excluya reconocer una buena gestión en general y un ejemplar empuje de la sociedad civil vasca, a cuyos dos factores ha contribuido el sistema de financiación mediante cupo.

            Una primera dificultad se planteará en los traspasos de poderes, porque tras el nombramiento de los Consejeros seguirá el de los directores generales y el relevo o confirmación de los responsables de las muy numerosas empresas públicas y organismos autónomos que pueblan el organigrama del gobierno vasco. Aquí es donde pueden surgir las dificultades y se pueden cometer errores si se pretendiera hacer una “limpieza” de los gestores actuales por la sola razón de su adscripción ideológica o partidista, sin perjuicio de exigir lealtad a los nuevos titulares del poder. La tentación de aspirar a ocupar puestos de responsabilidad desempeñados por personas de la confianza de las formaciones políticas que han perdido unas elecciones, es muy fuerte, aunque en los últimos años se ha contenido y cada vez se valora más la eficacia de quienes desempeñan tales puestos.

            Pero en el caso del País Vasco también este escenario tiene variaciones. El hecho de desenvolverse cualquier actividad política no nacionalista, y también aquellas otras de índole económica o docente, en una situación de violencia y coacción por parte de ETA y de sus secuaces, no solo ha activado en los afectados pautas de autodefensa, sino también aspiraciones legítimas de compensar los años de restricciones de todo tipo para participar libremente en los asuntos públicos. Sin embargo, Patxi López y su gobierno deberán tener muy en cuenta que se les va a exigir algo más que el respeto a simbolismos identitarios. La sociedad vasca y muy especialmente la de inspiración nacionalista va a compeler al nuevo gobierno para que no retroceda un paso en los ámbitos de gasto social e impulso económico; a  examinar con detalle cada relevo y cada reorganización administrativa; a analizar críticamente cada proyecto legislativo, que también tendrá la censura previa en muchos casos del partido popular que deberá  prestar sus votos para aprobar las iniciativas legislativas o de otro carácter. Y sobre todo, habrá que abordar desde otros principios la cuestión vasca que comprende como elemento inseparable la extinción del terrorismo etarra.

            Se abre, pues, un período difícil en la gobernación del País Vasco y la prudencia deberá ser más practicada que lo que resulta ser habitual. Hay muchos vascos abrazados al proyecto soberanista de Ibarretxe, aunque haya sido el causante de perder el poder. Pero, incluso las soluciones transversales que proponía Imaz y ampara Urkullu, aunque no las haya defendido frente al candidato peneuvista a la lehendakaritza, habrán de tratarse con tacto al tiempo que se completan las transferencias de competencias pendientes o convenientes para alcanzar el mayor grado de autonomía sin romper las reglas de juego. Este sería el gran triunfo de Patxi López y de la sociedad vasca.
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