Decía hace unos meses Paul Krugman, Nobel de Economía, que se deberían sustituir los altos ejecutivos de Wall Street, causantes en gran parte de la crisis mundial, por funcionarios públicos que reflotaran el sistema financiero. El presidente Barack Obama no ha ido tan lejos, pero presentó este miércoles la reforma más ambiciosa de la supervisión bancaria desde la época de la Gran Depresión, allá por los años treinta, según sus propias palabras.
Han sido muchas décadas de “abusos y excesos”, como el mismo Obama reconocía, un descontrol que originó que la irresponsabilidad e inmoralidad de algunos directivos extendieran la crisis financiera por todo el mundo.
Las propuestas del presidente de EEUU, de momento, se quedan en una recapitulación de propuestas que se trasladarán al Capitolio. Los demócratas tendrán que convencer allí a los republicanos, tradicionalmente amantes del libre mercado, de que la regulación es positiva. No lo tienen fácil.
No es sencillo porque Obama ha vuelto a demostrar que sus promesas electorales se concretan en planes ambiciosos y muchos congresistas recibirán presiones para que no se aprueben. Cuando la reforma llegue a Wall Street, tal vez, el programa haya cambiado, pero la propuesta presentada no se queda corta.
Propone una supervisión y regulación más robusta, con la creación de un nuevo órgano regulador financiero, más autoridad para la Reserva Federal, que podrá supervisar a aquellas firmas que amenacen la estabilidad del sistema, incluso aunque no sean compañías financieras. Además, habrá un registro para los responsables de las ‘hedge funds’ u otros fondos.
Otros de los causantes (y víctimas, en su credibilidad) de esta crisis fueron las agencias de ‘rating’, que no fueron capaces de avisar de los riesgos de las entidades bancarias. Ahora operarán bajo una regulación más estricta.
Además, se desarrollará la supervisión para garantizar la transparencia de los mercados y los productos. En ese sentido se crea una Agencia de Protección al Consumidor que evite las prácticas sucias y abusivas. Tampoco se olvida de la necesidad de reformas a nivel global, para coordinar a las empresas multinacionales.
Obama ha dado al Estado una importante capacidad para intervenir en el sistema financiero. No es una derrota del capitalismo, este plan abre unos ojos que vigilan con el objetivo de que el libre mercado funcione bajo unas reglas de juego limpio.
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