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Acuerdo en el Congreso para aprobar la mayor reforma financiera desde la Gran Depresión

viernes 25 de junio de 2010, 22:13h

Más protección a los consumidores y mayor poder al Gobierno para supervisar el sistema financiero. Nuevas normas para regular el mercado de los productos financieros conocidos como derivados y nuevas restricciones para que los bancos no hagan apuestas arriesgadas con los fondos de los clientes. Estos son los principales puntos importante acuerdo que alcanzaron este viernes los miembros de un comité bicameral sobre la reforma del sistema financiero.

Hicieron falta meses y meses de conversaciones en el Capitolio, que concluyeron de madrugada después de más de veinte horas ininterrumpidas de negociaciones para que los legisladores lograran un pacto in extremis para sacar adelante la reforma de Wall Street. El éxito fue posible después de que algunos demócratas dieran su brazo a torcer y comprometiera su voto a favor de la reforma, que será sometida al pleno de la Cámara de Representantes y del Senado antes de poder enviarla a la Casa Blanca.

El momento clave podría ser el próximo 4 de julio, fecha en que los estadounidenses celebran el Día de la Independencia. Y aunque han sido los legisladores demócratas renuentes los que han dado su brazo a torcer porque los republicanos en bloque se han mostrado en contra de la reforma, lo que está claro es que de confirmarse el acuerdo el presidente Barack Obama  se apuntará de nuevo una importante victoria política al igual que ocurrió con la reforma del sistema sanitario.

Un balón de oxígeno vital que llega en uno de los peores momentos que atraviesa el mandatario desde que se instaló en el 1.600 de la avenida Pensilvania hace ya 18 meses por culpa del derrame que desde hace más de dos meses tiñe de negro las aguas de la costa del Golfo de México. Son cada vez más estadounidenses los que cuestionan la actuación de la Casa Blanca ante el vertido, la lentitud en su respuesta inicial y la poca presión a la que se sometió a British Petroleum en un primer momento.

El acuerdo sobre la reforma de Wall Street, por el que el presidente Obama lleva presionando desde hace meses para dar respuesta a la grave crisis financiera que se desató en el 2008, se produce también en un buen momento para Estados Unidos, que podrá llegar a Toronto (Canadá) con los deberes hechos y algo concreto que “vender” a los líderes de las principales economías del mundo reunidos en la ciudad canadiense en una nueva cumbre del G-20.

Histórica porque supone uno de los mayores cambios en las reglas de juego del mundo de las finanzas desde los años treinta del siglo pasado, que afectará desde las populares tarjetas de debito que se venden en cualquier supermercado hasta la forma de hacer negocios en Wall Street. La intención de la Casa Blanca, según explicó Obama, es que los bancos se responsabilicen de sus errores en el futuro. “Ya sabemos lo que pasa cuando no se supervisa adecuadamente y falta transparencia”.

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