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El Mundial y los tópicos

El Mundial y los tópicos

lunes 05 de julio de 2010, 13:35h
   Me gusta el fútbol y quiero que mañana la Selección de España gane a la de Alemania en el Mundial de Suráfrica. Dicho lo cual me apresuro a decir que alrededor de estos campeonatos se está montando un circo mediático que empieza a resultar empalagoso. Circo que obedece al gran negocio publicitario que genera cada uno de los encuentros cuya vigilia y vísperas hay que calentar con los hinchados programas en los que va desgranándose la publicidad. De ahí procede una hinchazón retórica que desborda el sentido de la proporción en las cosas.

   Se están pasando en la dosis de publicidad, en la ración de comentarios y en el rescate de todos los tópicos aunque la gran masa de seguidores -aficionados o no al fútbol- la soporta con resignación porque lo que activa el entusiasmo es un sano patriotismo. Por eso, las victorias de la Selección las sentimos como victorias propias. Es en ese plano de lo simbólico donde, a mi modo de ver, deberían quedar las cosas, porque, la verdad, lo otro empieza a ser insoportable. Me refiero a los excesos retóricos de los comentaristas deportivos, los ditirambos lanzados hacia unos jugadores que, siendo cierto que nos han metido ya en semifinales, la verdad es que no todos están jugando bien. Es cierto que está siendo encomiable la labor de Ramos, Xavi, Piqué y Busquets y extraordinaria la de Villa y Casillas; pero es absurdo omitir que Torres, por la cercanía de su última lesión o por lo que fuere, no está jugando bien. Incluso que lo está haciendo mal.

   Tampoco sería inexacto decir que el otrora indiscutible Puyol no está a la altura de sus mejores años. A todos nos alcanza el tiempo y reconocerlo- y, asumirlo-, forma parte de las inevitables lecciones que nos da la vida. Con todo esto quiero decir que echo de menos una crítica profesional sosegada. Entregada a favorecer el triunfo de la Selección, pero alejada del retablo de tópicos y patrioterismo que se despacha en muchas de las retransmisiones. Sobre todo las radiofónicas. Algunas de ellas sonrojan por su infantilismo; por el derroche de tópicos y por el rescate de un lenguaje se diría que preconstitucional.

   Que gane España, sí, pero, que no nos den más la matraca con los tópicos más rancios del destapado tarro de las esencias.


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