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Al ministro de Trabajo

Al ministro de Trabajo

martes 16 de noviembre de 2010, 07:59h
El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, defiende que los jubilados también deben hacer sacrificios aceptando la congelación de sus pensiones para superar cuanto antes la crisis.
    
El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, que antes de tomar posesión de su cargo se manifestaba con los sindicatos en contra de la reforma laboral, tiene  -como se dice en la jerga de los jóvenes-  un morro que se lo pisa.
   
El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, con tal de formar parte del Gobierno, después de la marcha de Celestino Corbacho, es el que da la cara, sin ponerse rojo de vergüenza, amenazando a los pensionistas que menos cobran de Europa con rebajarles las cuatro perras que perciben, y que proceden de vidas laborales de hasta cincuenta años, cotizando religiosamente. Insistamos en que a los jubilados no les paga el Estado, sino que se les devuelve una parte de lo que ellos, a la fuerza, han cotizado a lo largo de sus años en activo.
   
El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, y los restantes miembros del gabinete Zapatero, así como los diputados, senadores, componentes de altos organismos de la Administración nacional o autonómica cobran mensualmente, en muchos casos, hasta veinte veces más que los jubilados a los que ahora amenazan, y ello sin contar los chóferes, escoltas, secretarios, asesores, VISA oro, vivienda gratis y demás prebendas indecentes.
    
Cuando Valeriano Gómez, en la reciente crisis de Gobierno, accedió a la cartera de Trabajo e Inmigración, algunos ingenuos pensaron que venía a defender los derechos de los trabajadores y a firmar en el Boletín Oficial del Estado lo que, al menos en apariencia, postulaba cuando caminaba al lado de las pancartas. Nos gustaría…, claro que nos gustaría, elogiar al ministro de Trabajo, en el caso de que se hubiesen cumplido las expectativas que su designación suscitó.
    
Señor ministro: bájese del coche oficial, salga a la calle, vaya a los comedores de “Cáritas”, acérquese a los parques y a los hogares de los jubilados, hable con la gente, toque la realidad por donde quema y, de regreso, cuente en La Moncloa lo que está ocurriendo en España con las pensiones  -insistimos-  más bajas de Europa. Y, si tiene conciencia, antes de tocar un euro de esas pensiones, tenga la delicadeza de dimitir.  Seguro que hay muchos capítulos de los Presupuestos en los que se puede recortar y ahorrar, pero, por favor, no extraiga ni un fideo de la sopa de la abuela, ni una sola pastilla del frasco del abuelo.



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