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Prima la desconfianza

martes 30 de noviembre de 2010, 11:32h
   El ambiente político-económico está turbio, pocos lo discuten. Las noticias electorales del domingo en Cataluña y las que se vienen produciendo en los mercados han propiciado ese clima de que algo más y nuevo será preciso hacer para salir de este impasse, en el que la oposición pretende disponer de unos poderes y facultades que no tienen el refrendo de la ciudadanía que les corresponde. A modo de ejemplo, la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho, proclama que su partido se va a transformar en el partido de la oposición en Cataluña, ignorando, según parece, las intenciones y propósitos del segundo parido catalán, el PSC. A su vez, Mariano Rajoy insiste en su tesis de que la solución a este marasmo presente no es otra que la convocatoria de elecciones anticipadas, en la que, naturalmente, él y su partido se verían inevitablemente favorecidos por un electorado fatigado de incertidumbres y, como el propio Rajoy describe, en el límite del hartazgo. En ese clima de que algo nuevo tiene que sacarnos de una situación de indecisión y claramente incómoda, el PP cree hallarse en una situación privilegiada... para ser alternativa.

   Pudo suponerse que la iniciativa del inquilino de la Moncloa de reunir a los principales empresarios del país, ayudaría a aclarar esta situación de confusión, pero la novedad dura muy poco, e inmediatamente, alguien trata de desautorizarla o desprestigiarla. En esta ocasión, ha sido el secretario de Comisiones Obreras, Fernández Toxo, que critica el hecho de que el empresariado haya pretendido imponer al Gobierno sus criterios, se supone que por encima de los criterios sindicalistas. Jamás se obtiene el consenso general, y siempre hay quien discuta las iniciativas ajenas, aunque no tenga alternativas que ofrecer. Y algo de eso está sucediendo desde hace tiempo con el principal partido de la oposición, que parece preferir cualquier otra cosa antes que la prolongación y conclusión de lo que queda de lo que queda de legislatura. En realidad, no es la primera vez que el PP hace gala de un optimismo y hasta una euforia desbordante. Ya sucedió cuando las elecciones gallegas, donde obtuvo un sólo escaño más que le permitió situar a su presidente, o en las elecciones al Parlamento europeo, donde también se apuntó una mínima ventaja sobre el PSOE. En Cataluña, trata de conseguir un efecto moral muy superior al de sus propios datos: aunque con 18 de los 135 escaños del nuevo Parlamento, y a distancia de diez escaños del PSOE, pretende imponerse con una campaña de imagen que pasa por la descalificación del adversario, al que describe como partido roto, internamente enfrentado, desprovisto de líder y de propósitos...

   No hay duda de que la competencia política también se juega en los ámbitos de la moral ciudadana, y crear la sensación de que todo rueda cuesta abajo y sin remedio está ayudando a las previsiones de crecimiento del PP. Y en estos juegos psicológicos, están jugando un papel esencial los medios informativos afines al partido opositor, donde se abunda en tesis como que "ni los suyos quieren a Zapatero", que Zapatero tiene que determinar ya si presenta su candidatura a la presidencia del Gobierno en 2012 y donde se da aire y superficie a cualquier clase de descalificación que afecte la imagen del presidente, como las filtraciones de Wikyleaks, que hablan de Zapatero como un político cortoplacista con políticas trasnochadas...

   Todo vale contra lo que hay, y para desestabilizar una situación compleja y con un complejo juego cruzado de intereses...
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