La zarzuela, tan maltratada oficialmente, salvo excepciones como las del Centro Cultural de la Villa de Madrid, es tan rica que en su historial se acumulan miles de títulos magistrales, aunque por desgracia la mayoría duermen el injusto sueño de los olvidos. Por fortuna algunos románticos, como el grupo Ópera Cómica de Madrid -que dirige
Francisco Matilla-, se dedican a reeditar obras que en su momento fueron de gran éxito, justificado merced a música y libreto, y después se archivaron en el baúl de los recuerdos.
Es el caso del programa doble que ahora podemos disfrutar a lo grande en el citado Centro, con dos títulos de
Tomás Barrera: ‘Emigrantes’, firmado también por
Rafael Calleja y libreto de
Pablo Cases, y ‘La señora capitana’, junto a
Joaquín Valverde hijo y texto de
José Jackson Veyan. Dos extraordinarias y diferentes obras del denominado género chico, sólo por su duración, en las que la compañía ha puesto tanto cariño como profesionalidad de altísimo nivel en intérpretes, actores, músicos y dirección.
La primera es la nostálgica y crítica ‘Emigrantes’, que cuenta las miserias -paro y hambre y huida de España- de que fueron protagonistas las clases populares durante demasiado tiempo en este país ahora de inmigrantes. Con una puesta en escena sencilla y emocionante a la vez, se luce el elenco que la desarrolla, fundamentalmente el tenor
Juan Manuel Cifuentes, que borda la conocida ‘Adiós Granada’ en voz, textura, fraseo, color y transmisión.
Un nivel que es similar al que ofrece el coro masculino y la orquesta ‘Ensemble Instrumental de Madrid’ -con un sonido de gran calidad individual y colectivo y muy bien adaptado a las características de la zarzuela-, habitual acompañante de la Ópera Cómica, y dirigida por el maestro
Carlos Cuesta, sin que el resto del reparto de la representación desmerezca lo más mínimo.
El torpe soldado Rubiales
Pasada la nostalgia y con los espectadores con el corazón en un puño, llega la explosión cómica de ‘La señora capitana’, perfectamente desarrollada en el escenario, y en cuyo reparto vuelve a estar magistral
Cifuentes, ahora en un papel cómico –el del torpe soldado
Rubiales-, que sin necesidad de las exageraciones y sobreactuación de los malos actores, hace desternillarse al público, que le obligan a saludar varias veces, y todo ello cantando magníficamente de nuevo.
No le va a la zaga su compañera
Lola Casariego –otra de las grandes/grandes del género lírico- tanto en solitario como en la réplica de varios números a dúo sencillamente geniales. De nuevo el coro vuelve a brillar con un empaste de voces y una sonoridad extraordinario, al igual que la orquesta y el resto de intervinientes (
Ruth del Aria, Marta Moreno, Enrique Ferrer, Javier Ibarz etc.).
Todo ello bajo la sabia dirección general de otro de los clásicos de la zarzuela e incluso de la ópera –también con un buen número de éxitos cantando, actuando y dirigiendo sobre tantos escenarios nacionales e internacionales pero que en esta ocasión prefiere no subir a ellos-, el ya antecitado Francisco Matilla.
En definitiva, un extraordinario espectáculo este del Centro Cultural, también válido perfectamente para toda la familia, incluidos niños –que se lo pasarán bomba, como los que están acudiendo y ha podido ver este crítico-, a unos precios asequibles para disfrutar a tope con nuestro género lírico hecho a lo grande.
Si (
No(
