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Otra visión de la crisis

jueves 22 de septiembre de 2011, 23:04h
En 2001 China invirtió en África 9.000 millones de dólares. No los regaló ni los donó a través de ONG's ni se planteó nunca que su dinero fuera una limosna. Al contrario, China invierte en África lo que significa que hace negocios en y con África. El primer mundo lo ha calificado de "neocolonialismo". O sea, consejos vendo y para mí no tengo.
              
La responsable de África durante los últimos 200 años ha sido Europa. Y si África está como está es porque durante dos siglos nos hemos dedicado a expoliarla a cambio de machetes, guarapo y ong's.
              
Durante la Guerra Fría cuando un país entraba en otro era para convertirlo en su satélite. Así, cuando la URSS miró al Caribe se hizo con Cuba. Y cuando el Soviet Supremo se fijó en Angola y apoyó al MPLA, a su vez aliado con la SWAPO de Namibia y la Cuba de Fidel, los gringos apoyaron a la UNITA -opositor y rival encarnizado del MPLA- y a sus aliados Sudáfrica (en pleno Apartheid policy) y Zaire. Una historia similar y más conocida es el Afganistán comunista de 1978, protegido por la URSS y que acabó en la guerra (1979-1989) que fue el bautismo de fuego de Bin Laden. Hoy China invade con dinero y el objetivo no es crear satélites, sino clientes y proveedores.

En 2001 China invirtió en África 9.000 millones de dólares y en el 2010 incrementó su presencia hasta 123.000 M U$D pasando a ser el segundo-primer inversor en África, con un crecimiento sostenido del 29'9% anual durante 10 años.

Su propuesta es simple: poner dinero en África a cambio de materias primas y luego devolver las materias primas manufacturadas. Los chinos hacen lo mismo que en sus todoacién: precios muy bajos con beneficio pequeño pero multiplicado por millones de operaciones y, en el caso africano, a tan largo plazo que hacen anti rentables las operaciones inversoras occidentales, cortoplacistas y poco comprometidas.

China ha construido puertos, aeropuertos, ciudades olímpicas, colegios, universidades, hospitales, carreteras, presas, hidroestructuras. Se han garantizado el pago encargándose ellos de la explotación in situ: trasladan a su gente a puestos directivos y mandos intermedios y contratan la mano de obra localmente. Además, los jóvenes de las élites militar, gubernativa y económica de los distintos países africanos llevan 10 años formándolos en las universidades de Beijing y Shanghai. Los nuevos militares, los nuevos gobernantes, los nuevos hombres de negocios son prohijados de China.

China ha construido universidades, hospitales, fábricas y tiendas y ha trasladado a su gente para dirigirlas e implantar sus procesos. China diseña, planifica y realiza las obras en África. Les transfiere su tecnología y personal cualificado (100.000 chinos en 2006, 250.000 en 2011) y a cambio África la abastece de recursos naturales. En paralelo, China está preparándose un mercado cautivo que le permitirá mantener su modelo económico y los ratios de crecimiento.

Hoy en Europa y Norteamérica los coches de alta gama, las viviendas y las inversiones en bolsa e industria los están adquiriendo los chinos con su poderío y su receta de la abuela, "no hay mejor lotería que el trabajo y la economía": trabajan mucho, trabajan rápido, tienen precios imbatibles y esta filosofía la trasladan a la construcción de vehículos, a la oferta de seguros y al mercado hipotecario. Estoy deseando que llegue el "Todoacién Bank".
Al contrario que el FMI, China tiene el compromiso de abastecer a África incondicional e ilimitadamente de asistencia material y profesional. En Sudán, Zimbabwe y Angola la China Petroleum Corporation tiene todos los derechos de prospección y es el mayor inversor extranjero a mucha distancia del segundo, USA. A cambio, Sudán o Angola reciben pagos como la defensa de sus posturas en la ONU por parte de China, uno de los miembros con veto.

En 2004 Angola pidió al FMI 2.000 M U$D, pero con su prepotencia Strausskhanesca el FMI los denegó. Llegó China y dijo "¿2.000 M U$D? Aquí tienen 3.500". En la actualidad Angola es el primer proveedor de petróleo de China y, a la vista de las mejoras en infraestructuras e industria, ya se habla del milagro angoleño. ¿Neocolonialismo? Así nos va, preocupados por sostener unas recetas anticrisis que no están funcionando.
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