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Un cierto desmadre

En la sesión constitutiva del Congreso de los Diputados se vivió un cierto desmadre con las fórmulas elegidas para prometer o jurar la Constitución. Cada grupo, e incluso cada diputado, añadió a su antojo la coletilla que le vino en gana sin que el recién nombrado presidente de la Cámara levantará una ceja.

   Jesús Posada, un hombre dialogante y tranquilo, corre el riesgo de que un hemiciclo tan plural, y con un grupo mixto que va a ser el más amplio que se recuerda si UPyD no consigue grupo parlamentario propio, se convierta en un gallinero de ocurrencias.

   En su toma de posesión, Jesús Posada, hizo un llamamiento al diálogo y la colaboración de todos los partidos, intervención oportuna después de la bronca legislatura anterior. Pero una cosa es el diálogo y otra muy distinta que se jure en euskera sin traductor en la sala.

   El concurso, protagonizado ayer por numerosos parlamentarios para demostrar quién era el más ocurrente en la fórmula, retrata las verdaderas preocupaciones de determinadas señorías que no parecen darse cuenta de que los millones de parados y la crisis económica siguen siendo las principales preocupaciones de los ciudadanos a quienes representan.

   Como en los arranques de curso escolar, tras las presentaciones en el aula, el profesor expone a los alumnos cuáles son sus exigencias de orden y respeto para poder ejercer su docencia. Si el primer día cada uno actúa a su antojo, imponer la autoridad se volverá una tarea harto difícil.

   El martes a Posadas le faltó una consulta a los servicios jurídicos que le acompañan en el estrado para saber que la única forma aceptada por el Tribunal Constitucional, al margen del juro o prometo de rigor, es la de "por imperativo legal", lo demás sobra.

   Con el duro año que se avecina y los recortes en derechos sociales que va a imponer el acuerdo sobre el límite de déficit, seguramente a los españoles les importa una higa que Cayo Lara prometa sin renunciar a sus convicciones republicanas. Nadie se lo había pedido ni preguntado.

   Que los abertzales de Amaiur acataran la Constitución por imperativo legal era algo previsible y esperado, fueron sus primos de Herri Batasuna, hace ya muchos años, los que impusieron esa adenda. Pero que, siguiendo su estela, lo hicieran también los del PNV demostró la carrera entre ambos grupos para conseguir el favor del nacionalismo y como van a pelear por el mismo espacio político en las próximas autonómicas vascas.

   Los diputados de ERC, que llevan ocho años intentando expresarse en catalán, sin conseguirlo, lo lograron en su acatamiento, que no solo realizaron en su lengua materna sino que, al imperativo legal  uno de ellos, el que será su portavoz, Alfred Bosch, añadió: "Acató la Carta Magna a la espera de que llegue nuestra propia Constitución". En fin, solo le faltó escribir una carta a los Reyes Magos.

   Esperemos que estas "ocurrencias" sean producto de la emoción del primer día porque lo cierto es que a los españoles les preocupan otras cosas más graves.