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Nos excluyen del acto del contubernio de Múnich

viernes 25 de mayo de 2012, 09:06h
 El Aberri Eguna de 1933 se celebró en Donostia-San Sebastián, bajo el lema Euzkadi-Europa. Tras la guerra el PNV estuvo en la fundación de los Nuevos Equipos Internacionales en Chaudfontaine, receptáculo primigenio de la democracia cristiana europea cuyos políticos más significados son considerados los "padres de Europa". Schuman, Monet, De Gasperi, Adenauer. Al año siguiente se crea en La Haya el Movimiento Europeo. A dicha Asamblea acuden José Antonio de Aguirre, Javier Landaburu, Manuel de Irujo, Julio Jauregui, Joseba Rezola, con la idea de la Europa de los Pueblos. Pero sale de aquel horno, la Europa de los estados. Al año siguiente en el Nº 11 de la A. Marceau de París, sede le la Delegación Vasca, nace el Consejo Federal del Estado Español del Movimiento Europeo, bajo la presidencia de Salvador de Madariaga. Allí estaba el PNV con Aguirre, Irujo, Basterra, Landaburu y ANV con Gonzalo Nardiz. Y en 1962, se reúne en Múnich, hace ahora cincuenta años, el Movimiento Europeo ocasión en la que la oposición al franquismo decide hacerse presente para decirle a Europa que sin democracia, no admitiese al régimen. Por primera vez después de la guerra, el interior y el exterior (el exilio), se ven, se reconocen, y se dan la mano. De Euzkadi acuden a aquellas reuniones treinta y cuatro vascos de los ciento veinte presentes.

Tras las normales discusiones se aprueban cinco puntos: 1) Instituciones democráticas. 2) Garantía de derechos y supresión de la censura. 3) Reconocimiento de la personalidad de la distintas comunidades (solo existía la demanda vasca y la catalana). 4) Libertades sindicales 5) Posibilidad de corrientes de opinión y partidos políticos.

Los vascos comenzaron la jornada del 8 de junio de 1962 con una misa en la catedral de Múnich en sufragio del alma de José Antonio Aguirre, a la que asistieron, además de los vascos, un buen número de congresistas. Después en el salón repleto, delegados de Italia, Bélgica, Gran Bretaña, Alemania y Francia puestos de pie aprueban por unanimidad la resolución ibérica.

Ante esto la dictadura reacciona con violencia. Llama a la reunión "el contubernio de Múnich" y persigue a los asistentes que viajaron desde el interior. Cárcel, multa, extrañamiento y castigo. Franco no admitió le pusieran en evidencia ante la Europa democrática. Su régimen y él eran indeseables. Y actuó como actúa un dictador. Sembrando el terror y persiguiendo la disidencia.

Hace diez años, el Consejo Vasco presidido por José M. González Zorrilla homenajeó a aquellos pioneros en acto celebrado en la Diputación de Gipuzkoa. Pero no solo a los vascos sino a varios europeístas españoles como Álvarez de Miranda, Vidal Beneyto, Bru... Fue un acto emotivo, elegante y europeo.

Con este pasado y ante la fecha redonda del cincuenta aniversario, pregunté al ministro García Margallo, que se jacta de su europeísmo, qué iba a hacer. "Algo haremos" fue su respuesta. Volví a insistir. Esta vez me contestó el ministro de Educación Wert. Me dijo lo mismo: "Algo haremos". Insatisfecho, volví a preguntar, esta vez al secretario de estado para Europa, Méndez de Vigo. Este me dio algunos detalles. Se empezaban a sacudir la modorra, en tiempos en los que hay que retomar aquella pri­migenia idea de una Europa federal.

Pero hete aquí que esta semana recibo una invitación de las Cortes donde me invitan al acto organizado por el Movimiento Europeo español en el Congreso. Hablarían Carvajal y Álvarez de Miranda que estuvieron en Múnich. El ministro Margallo, el presidente del Congreso y Pérez Rubalcaba. Ningún vasco y ningún catalán. Nos excluyen del acto.Nos invitan para que vayamos a aplaudir. Estuvimos en los momentos duros. Nos excluyen en los maduros.

De aquellos 34 vascos de Munich han fallecido 19. Viven 15. Me imagino les invitarán. También para aplaudir.

En 1978 nos excluyeron de la ponencia constitucional. El próximo 30 lo harán en este acto simbólico a un partido y a unas gentes que estuvimos en la génesis de la unión europea, que prestó su casa para la formación del Consejo federal del estado español que se arriesgó y que siempre ha tenido claro su horizonte europeísta.  Iñigo Urkullu dejó meridianamente claro lo que sentía ante este nuevo contubernio:" ¿Un olvido histórico?. No lo creo. Un paso más hacia esa estrategia compartida entre el PP y el PSOE -adalid de eso que se ha llamado Memoria Histórica, parece ser que selectiva- de tratar de reescribir la historia del Estado español a base decisiones políticas consensuadas entre ambos partidos. Valoraremos la situación de aquí a las vísperas del evento en el Congreso de los Diputados.

"En esto y en España, como siempre, el PP y el PSOE sí se ponen de acuerdo. En tratar de diluir las personalidad de las nacionalidades históricas, y en concreto de Euskadi y Catalunya. La decisión está tomada. Del "café para todos" al "café para nadie".

Personalmente no iré. Y cuando me comente alguien algo sobre el nacionalismo excluyente preguntaré mascando las palabras: "¿A qué nacionalismo excluyente te refieres?".
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