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Magnífica obra teatral de las hermanas Gascó

Los derechos humanos priman sobre la tradición y se descuelgan de 'La soga del diablo'

Los derechos humanos priman sobre la tradición y se descuelgan de 'La soga del diablo'

jueves 20 de septiembre de 2012, 12:30h
El teatro, también plataforma simbólica del decir del Ser contemporáneo, que por su versatilidad puede convertirse en el espacio del grito y de la reflexión en su inmediatez, recoge en su pequeño marco mundos reales e imaginarios y miradas inconformistas e insatisfechas. De semejantes cuestiones trata 'La soga del diablo', magnífica obra de las hermanas Silvia y Marta Gascó, pero dejando claro que por encima de las respetables -o no- tradiciones de los diferentes pueblos están los derechos humanos.
 "La soga del diablo" acoge el mundo de la investigación, por un lado, y de los sentimientos humanos, por otro, cuando se asiste en la dura realidad a principios, costumbres y prácticas que no han sufrido cambios a lo largo de la historia. O sólo queda la esperanza o, por el contrario, su ausencia, si el presente no sufre una transformación donde todavía el conflicto entre los derechos humanos (en este caso los de la mujer) y la tradición no ha logrado traspasar los límites de su "statu quo" y si en su resolución no se consigue la armonía y su equilibrada implementación.

"Así son las cosas" dice uno de los personajes defensores de la tradición. Pero no creen en esa máxima sus dos personajes principales, Verónica y Bernardo, que incluso se verán abocados a tomar la decisión de abandonar el proyecto en el que trabajan como antropólogos.   Se trata de un drama en el que se produce la contraposición de dos mundos y la presentación de un conflicto que estalla cuando Verónica traspasa la línea roja de no intervenir en la forma de vida y en las costumbres de la comunidad donde desarrollan su trabajo, con su exclamación: "ya es hora de que algunas cosas vayan cambiando".

Un alucinógeno y muchos sentimientos


Da cabida el montaje a una singular relación entre la alucinación y lo real que se entrelazan como discursos integradores de un todo dramático; la alucinación erigida en paréntesis temporales con enlaces de los sucesos pasados que desencadenaron en la realidad empírica que acontece en el presente de los personajes. Se utiliza  como recurso necesario a través de un alucinógeno -la soga del diablo- para reconstruir a modo de flash-back paisajes de sentimientos humanos donde la ternura, el apego y el amor, por una parte y, por otra, la violencia, el suicidio, la imposibilidad y la ausencia de salida, coexisten.

Esta propuesta sincera, escasa de medios, pero rica en voluntad y digna en su interpretación, convierte a "La soga del diablo" -con Ana Casas, Fran Martín, José Ángel Moreno, José Denia y Rakel Camacho- en el continente dramático de un mensaje duro, arriesgado y comprometido en el que Silvia (autora y directora) y Marta Gascó (autora) quieren hacer reflexionar sobre el hecho de que por encima de las costumbres, las tradiciones y de cualquier otra consideración convencional, está el valor de la vida, y el respeto por los derechos humanos.
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