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Mala tarde de David Mora y mal lote para Aguilar

Fandiño saluda tras dar la vuelta al ruedo
Fandiño saluda tras dar la vuelta al ruedo

Oreja para un Fandiño muy entregado que aumenta su cartel en la cátedra de Las Ventas

sábado 06 de octubre de 2012, 21:49h
Toros de VALDEFRESNO y 3º de FRAILE MAZAS, con trapío, cornalones, mansotes, manejables, nobles y flojos; 5º inválido. SERGIO AGUILAR: ovación; silencio. IVÁN FANDIÑO: oreja protestada tras aviso; vuelta al ruedo tras aviso. DAVID MORA: pitos; silencio tras aviso. Plaza de Las Ventas, 6 de octubre. 3ª de la Feria de Otoño. Casi lleno. 
Una de las normas periodísticas es que la repetición de los hechos deja de ser noticia. Podríamos acabar aquí la crónica. Pero sería improfesional para los lectores e injusto para el coletudo últimamente de mayor regularidad y triunfos en la exigente cátedra venteña: Iván Fandiño. El vasco, que cortó otra oreja más y estuvo a punto de descerrojar la soñada Puerta Grande que tanto se le resiste, aumentó su crédito en Madrid, mientras que Sergio Aguilar con el peor lote -también algo que se repite mucho- lo mantuvo y David Mora suspendió.

De modo que, pese a la facilidad del usía para desenfundar su moquero tras la muerte del segundo de la tarde, ya que no había pañuelos suficientes, aunque sí méritos táuricos de Fandiño, éste volvió a puntuar. Ante un bicorne que fue a menos, el coletudo, que empezó la faena con creatividad e intensidad, se lució con algunos buenos naturales y le cuajó mejor en redondos largos y de profundidad oceánica, aunque faltara rotundidad por aquello de la escasez de fuerzas del burel. Se tiró a matar como un león, pero necesitó del verduguillo y la petición tampoco fue rotunda. 

Fandiño, que ya había mostrado su entrega y derroche de testosterona en un ajustadísimo quite por saltilleras al que abrió función, buscaba la gloria de la Puerta Grande con el quinto, feo de hechuras y único que desmereció de un encierro parejo, pero el animal rayaba la invalidez, a pesar de lo cual ese mal presidente que es Julio Martínez lo mantuvo en el ruedo. Entonces el espada se inventó una faena a base de darle distancia que cerró con bernadinas con los pitones rozándole la taleguilla. Pero faltó la emoción que aporta un burel agresivo y de nuevo el vasco necesitó del verdugillo, ahora en dos ocasiones, quedando el balance en aclamada vuelta.

Defectos posmodernos

La cruz fue para David Mora, quien sin perder la catadura artística, ha cogido todos los defectos del toreo posmoderno -ya se sabe, siempre descruzado, siempre ventajista y metiendo pico, cuestiones que pasan desapercibidas en otros tribunales pero que el supremo de la Monumental madrileña no perdona-, desaprovechando así el punto de codicia del tercero, con el que inició de hinojos para ir diluyéndose a peor ya de pie. Y con el último, renuente a embestir, tampoco se acopló.

También es habitual, para su desgracia, que Sergio Aguilar -autor este verano de una de las mejores labores de la temporada- tenga suerte con los lotes. De modo que extrajo con valor y técnica al natural todo lo que pudo del primero, que llegó a la franela defendiéndose y en el siempre complicado terreno de tablas. Peor condición tuvo el cuarto y además llegó casi cadavérico a la pañosa, impidiendo cualquier lucimiento de su matador.
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