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España se queda sin alternativa

España se queda sin alternativa

lunes 22 de octubre de 2012, 12:09h
El gran perdedor de las dos citas electorales del 21 de octubre  ha sido el Partido Socialista. Tanto en Galicia como en el País Vasco ha sufrido una sangría de votos y escaños que ahonda en la crisis que viene arrastrando a partir de las elecciones generales de 2011.  Las amargas victorias en Andalucía y Asturias - dónde gobierna con ayuda de las fuerzas que están a su izquierda y por la fragmentación del centro derecha en el Principado - no compensan los siete escaños y los 230.817 votos perdidos en Galicia, ni los nueve escaños y los 103.954 votos perdidos en Euskadi.

 A la espera de lo que ocurra en Cataluña , donde las encuestas ( que esta vez han acertado bastante ) vuelven a señalar al PSC como el gran perdedor de los comicios, los socialistas se alejan más y más del poder, con un liderazgo que apenas se sostiene, y con unos enfrentamientos internos que colocan a la cúpula Federal casi obligada a promover cuando "pase" el 25 de noviembre un Congreso extraordinario del que salga una nueva dirección, un nuevo programa, y una nueva forma de hacer política. En caso contrario la brecha en el PSOE de toda España y los ciudadanos seguirá creciendo, por más que el PP de Rajoy también reciba su parte de castigo por las medidas contra la crisis.

 En Galicia, las únicas formaciones que han incrementado su voto son las nacionalistas de izquierda. Lo que ha perdido el BNG lo ha ganado con creces la nueva formación de Xosé Manuel Beiras. En el año 2009 tenían 12 escaños y ahora cuentan con 16, y hace tres años consiguieron apenas 280.000 votos y ahora cuentan con 345.490.  Como la abstención se ha mantenido casi igual - apenas ha aumentado en un punto - son los dos grandes partidos los que han visto como un número mayor de ciudadanos les daba la espalda, con una salvedad muy importante: los socialistas comandados por Pachi Vázquez perdían en todo, mientras que los populares bajo la dirección de Núñez Feijóo perdían 135.493 votos pero ganaban tres escaños, una de las maravillas de la Ley D´Hont.
 El descalabro en las cuatro provincias y la falta real de alternativas y liderazgos creíbles en Galicia le proporciona a Feijóo un amplio margen de maniobra para seguir con las políticas de recortes y contención del gasto que ya ha emprendido, y por extensión ofrece a Mariano Rajoy nuevos argumentos para no "moverse" de las posiciones que viene manteniendo dentro y fuera de España. Un regalo importante de cara a las negociaciones con Bruselas y con Berlín y que habrá que ver hasta que punto encuentra eco en los llamados "mercados de deuda" en las próximas semanas.

 En las tierras galaicas se desdibuja la opción de Rosa Díez  que sigue sin encontrar los votos necesarios para entrar en el Parlamento gallego, y no arranca el nuevo sueño político de Mario Conde.  El pasado económico y judicial del ex presidente de Banesto han podido mucho más que sus ofertas de cambio y los 15.000 votos recibidos apenas le permiten cosechar un uno por ciento, muy poco para las expectativas que se había forjado, y mucho menos para pensar en el futuro inmediato en próximas confrontaciones electorales, por más que él insista en que va a seguir en la brecha y que lo de Galicia sólo es un paso en un largo camino.

 Lo que ha sucedido en Euskadi tiene otras lecturas y en varios niveles. Si el primer partido es el PNV de Iñigo Urkullu, que será el nuevo lendakari, ya sea con los votos del PSE  o de Bildu, hay que tener en cuenta que los nacionalistas moderados y de derechas han perdido trece mil votos respecto a 2009,  una cantidad pequeña si la comparamos con lo que les ha ocurrido a socialistas y populares, y sobre todo a los primeros de estos dos,  que se han dejado en apenas tres años y medio más de cien mil votos en el camino.

 La gran vencedora, que recoge el testigo de lo que fueron Herri Batasuna y Eusko Alkartasuna hace 17 años, es la coalición  abertzale de Bildu. Con 21 escaños y convertida en segunda fuerza política debe ahora terminar su peculiar "transición" de alejamiento de la violencia y asunción de las normas y planteamientos democráticos como cauce de sus reivindicaciones. Ahí tiene su fuerza y, al mismo tiempo, su debilidad, como lo prueba el hecho de que ha perdido apoyos en Guipuzcua,  su feudo tradicional y donde gobierna a nivel municipal. La crisis, cuando obliga a tomar medidas de gobierno, afecta a todos.
 La gestión del Patxi López - uno de los grandes apoyos internos  en el PSOE de Rubalcaba y candidato a sucederle - ha sido muy castigada por los electorales, si bien es verdad que una parte de ese castigo, al igual de lo ocurrido en Galicia, habrá que trasladarlo a la política nacional que está haciendo el PSOE y al hecho de que una buena parte de los ciudadanos siguen viendo en esas siglas y en el anterior gobierno de Rodríguez Zapatero a los culpables principales d ela situación económica por la que atraviesa España.

 Si se suman los votos y los escaños conseguidos por el PNV y Bildu, la ecuación nacionalista asusta de cara al inmediato futuro y a las "relaciones íntimas" que se van a producir e incrementar con  Cataluña, CiU y Esquerra, y lo que ocurra en las elecciones del 25 de noviembre. La mayor fuerza nacionalista en ambas Comunidades va a ser el mayor dolor de cabeza - tras las exigencias europeas para ayudarnos financieramente - que sufra Mariano  Rajoy  el  duro 2013 que ya asoma en el horizonte. Dos tercios del voto en el País Vasco se ha ido a esas fuerzas, con un claro y rotundo retroceso de los dos grandes partidos que operan a nivel del estado. Con menos desgaste de la opción de Antonio Basagoiti que la del que ha sido jefe del gobierno en Vitoria.

 Tenemos que esperar a la cita con las urnas catalanas para cerrar el capítulo electoral de 2012 y el primer año de gobierno de Mariano Rajoy, pero ya se pueden adelantar algunas conclusiones importantes para todos: hoy por hoy el PP se encuentra sólo ante los desafíos internos y externos, con una oposición socialista muy debilitado y que tendrá que transformarse en profundidad si quiere volver al poder, y en la que los adversarios de la actual dirección van a intensificar sus ataques; por otro lado, la estructura del estado necesita una puesta a punto de forma urgente, desde la Constitución y los distintos Estatutos de autonomía a las leyes electorales  y el funcionamiento de los partidos.

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