Una
regla habitual de los resultados electorales es que todos ganan o salvan los
muebles, siempre que los datos no sean contundentes y describan una debacle
imposible de tapar o justificar. Seguro que todos estamos pensando en el
partido socialista y en su líder
Alfredo
Pérez Rubalcaba. Es cierto, no hay escapatoria posible. Todo lo que se
relacione con Zapatero y su nefasta gestión de la crisis económica, más su
iluminada visión de las autonomías, sobre todo Cataluña, está condenado al
castigo electoral de los ciudadanos. Es la única oportunidad que tienen de
manifestar su rechazo a unos dirigentes políticos mediocres e incompetentes y a
su gestión que les han sumido en el paro y en la mayor desesperación y falta de
horizontes que ha vivido la sociedad española desde la guerra civil y la
dictadura de
Franco.
Casi seis millones de parados pasan factura en el trasero
de Rubalcaba que intenta dar la cara pero que tiene totalmente perdida la
partida porque los daños del gobierno en el que participó, tanto él como la
posible alternativa
Chacón, son de tal gravedad que los ciudadanos se cobran su
lógica factura. Es una dura travesía del desierto que Rubalcaba debe completar
y dejar paso cuanto antes. Si al desgaste de Zapatero le unes la pésima oferta
gallega de un voluntarioso pero poco creíble
Pachi Vázquez y la herencia del
gobierno de coalición del socialista
Pérez Touriño con el ahora multinacional
desaparecido del Bloque
Anxo Quintana nos encontramos con un batacazo más que
previsible. Pero el ganador, el popular
Núñez Feijóo no debería engañarse
porque ha perdido 135.000 votos y el incremento de tres escaños en su mayoría
absoluta se debe principalmente a la debacle socialista, es verdad que también
a su gestión seria y valiente que ha aguantado el desgaste de la crisis. Pero
no se confundan populares ganadores y socialistas perdedores con mantener la
pelea política como hasta ahora del "tú más" a ver si recupero. La gran lección
de estas elecciones es que es imprescindible un gran acuerdo nacional entre todos
ellos para emprender la profunda reforma que necesita el Estado español y
sentar las bases de una nación moderna, eficaz y capaz de lograr la recuperación económica necesaria
para crear empleo. Y eso va también para el País Vasco y Cataluña.
- Especial:
elecciones en Galicia |
elecciones en Euskadi