www.diariocritico.com
Cuestión de formas

Cuestión de formas

viernes 10 de mayo de 2013, 13:09h
Está claro que, en política, el fondo es tan importante como las formas. Tengo para mí que alguna gente que protestaba contra el proyecto de ley de Educación de José Ignacio Wert no había leído el texto, pero se manifestaba contra el escaso diálogo que ha acompañado a la nueva reforma educativa. Y lo mismo sea dicho acerca de otras iniciativas ministeriales (tasas judiciales, reforma del aborto), sentidas como poco necesarias en estos momentos por una ciudadanía que se resiente, me parece, de que aquí puede que todo se haga para el pueblo, pero sin duda se hace sin el pueblo. Esas formas, esas formas...
 
El caso es que cada día estamos peor. Serán los nervios, pero, al menos a mí, me abochorna algo que una diputada de la Asamblea de Madrid llame 'corrupto' al presidente de la Comunidad -sin aportar pruebas, desde luego- y que este, en justa contraprestación,  obsequie a la diputada socialista con igual calificativo (o sustantivo), igualmente sin presentar pruebas que lo sustenten. Tampoco me gusta que un partido, y más si es el gobernante, tache de 'oportunista' a un juez porque no le gusta su manera de instruir un caso de presunta corrupción en la que el partido está, de alguna manera, incurso. Pues eso: que no podemos perder las formas.
 
Ni exagerarlas. Tómelo usted como una anécdota, pero a mí me preocupa que el Parlamento aragonés gaste su tiempo y, por tanto, su presupuesto, rebautizando la lengua catalana (que unos pocos aragoneses hablan) como LAPAO (Lengua Aragonesa Propia del Área Oriental) y el aragonés, que hablan aún menos, como LAPAPIP, que vienen a ser las siglas de Lengua Aragonesa Propia de las Áreas Pirenaica y Prepirenaica, toma ya.
 
Empleamos intencionadamente mal el lenguaje para tratar de minimizar reacciones adversas a una realidad (subida de impuestos, entre otros muchos ejemplos) o para atizar fuegos que deberían todos esforzarse en apagar: decir, como ha dicho algún portavoz catalán, que el hecho de que el Tribunal Constitucional suspenda cautelarmente la declaración de soberanía que la Generalitat impulsa es "un signo de que la democracia en España se tambalea", es claramente una demasía. Que no solamente no se corresponde con la realidad, sino que lo contrario, la no suspensión por el alto Tribunal, sí que indicaría una debilidad en las estructuras democráticas.
 
Y así vivimos: tratando de que no se cumpla aquella bella frase de Adolfo Suárez, que nos dejó dicho que había que "tratar de hacer políticamente normal lo que a nivel de calle es normal". Yo pienso, con perdón, que la normalidad que intentamos vivir las gentes de la calle cada día se distancia más de lo que los lenguajes oficiales imponen desde los micrófonos. Bordeamos ya aquella 'neolengua' orwelliana, entendida como la manipulación de las palabras que se practica cuando no se quiere desarrollar una verdadera democracia. Los fondos y las formas, ya sabe...


>> El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
1 comentarios