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El estado del rumor galopante (ERG)

El estado del rumor galopante (ERG)

miércoles 29 de enero de 2014, 13:05h
Llego de un desayuno político, uno de esos que congregan a dos centenares de personas en torno a un personaje más o menos importante de un partido. Lo que el personaje más o menos importante diga pierde relevancia -y mira que se dicen cosas, a veces disparatadas, en ocasiones sensatas-, en relación con lo que se cuenta, se especula, se desmiente, en los pasillos. Nombres y más nombres circulan como liebres por las alfombras de los hall de los hoteles de cinco estrellas. Los cenáculos y los mentideros de la Villa y Corte se pueblan de nombres de posibles candidatos, de quinielas de cesables e incorporables, y lo mismo está ocurriendo, cada cual a su escala, en los ámbitos autonómico y local. Algunos piden que se aparte de ellos el cáliz de disponibles para algo; otros, descaradamente, se están postulando por la vía del tam-tam: que hablen de ti aunque sea para bien. Hay tensión política, pero es como el colesterol, hay del bueno y del malo. Esta tensión es de lo segundo: una mera carrera hacia un poder basado en la presencia y en permanecer en la ortodoxia de tu partido, que ya se sabe que quien se mueve fuera de los límites no sale en la foto.
 
Resulta que la impermeabilidad y la improvisación típicas del funcionamiento de las formaciones políticas españolas aún no nos han revelado ni quiénes serán los principales candidatos a las elecciones europeas ni, menos aún, quiénes a las principales autonomías -menudo lío tienen PP y PSOE en Madrid-y en las mayores ciudades. Por eso, cuando no hay información segura, seria, solvente y a tiempo, estamos sumidos en el Estado del Rumor Galopante (ERG), que es aquel en el que, sin que casi nadie tenga la menor idea de lo que de verdad se cuece en esos conciliábulos de la cerrada oligarquía política, son muchos los que se proclaman informados acerca de quién encabezará qué candidatura, quién concurrirá a qué primarias, a quién favorece o desfavorece el 'aparato' de este o aquel partido. Y, así, los ciudadanos hemos de adoptar una actitud de paciente espera, a ver cuándo se enciende la 'luz verde' y nos comunican oficialmente quién nos va a representar en el Parlamento Europeo, quién en nuestra Comunidad Autónoma, quién en nuestro municipio.
 
Pienso que una democracia a fondo no se consuma con el mero votar cada cuatro años. La elección de los candidatos debe empezar por abajo -las primarias deberían ser, a todos los niveles, obligatorias en todos los partidos--, por los militantes y simpatizantes de cada formación; y con una nueva normativa electoral que respete mejor la proporcionalidad y no trabaje desequilibradamente a favor del bipartidismo. Ello, junto con el desbloqueo de las candidaturas a todos los niveles, es la única forma de acercar a los actuales y futuros dirigentes al votante, es decir, al ciudadano. Y, mientras el sistema siga siendo el que es, puedo vaticinar y vaticino que la participación en los comicios, sean los que fueren, será cada vez menor.


El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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