lunes 17 de febrero de 2014, 10:49h
El
Presidente de la Generalitat de Cataluña tuvo el atrevimiento de decir, jugando
a paralelismos irreales, que: "la decisión de que tiene que ser Cataluña
corresponde a los catalanes, igual que la decisión en Escocia es de los
escoceses". Sabe que el próximo mes de Septiembre se celebrará un referéndum en
Escocia para que allí opinen si se convierten en un escuálido reducto político
o continúan dentro del Reino Unido, con todas las expectativas de que la
campaña de aquellos nacionalistas escoceses sea un fracaso, previo a lo que
Artur Mas pueda intentar con sus propios experimentos.
Artur
Mas desconoce o finge desconocer que Escocia fue un reino separado de
Inglaterra desde tiempo inmemorial, cuyo Rey Robert Bruce consiguió derrotar y
expulsar a los ingleses en 1314 y que, después, la dinastía católica de los
Estuardo mantendría la independencia frente al protestantismo, hasta que Jacobo
VI, al morir sin descendencia Isabel I de Inglaterra, reuniría a las Coronas de
ambos reinos y parlamentos por el Acta de 1707. El Partido Nacional Escocés
soñaría con volver al romántico y anacrónico aislamiento desde 1928,
consiguiendo poco éxito electoral en su propio territorio, hasta lograr, en
1974 situar once diputados en la Cámara de los Comunes del Reino Unido. Los
proyectos para establecer un simple sistema autonómico no consiguieron
aprobación ni en 1979 ni en 1983 y, fracasado el Partido Nacionalista por
insuficiencia de votos, tuvo que ser el Partido Laborista de la Gran Bretaña ?que
es como si aquí hablásemos del PSOE- el que pudo llevar a la práctica un
régimen de autonomía con una asamblea parlamentaria escocesa en 1997, con la
previa condición de no poder votar modificaciones constitucionales ni emprender
ninguna acción de carácter independentista. Es decir, que, con todos sus antecedentes
históricos, Escocia llegaría a un cierto sistema autonómico más tarde que
Cataluña.
Cuando,
en nuestros días el Gobierno británico decidió pactar un referéndum en Escocia
para estudiar la expansión que pudieran tener las ideas independentistas, dejó
establecido, sin dejar lugar a dudas, que quedaba excluida cualquier tentativa
de las instituciones autonómicas escocesas de actuar con la presunción de dar
pasos adelantados antes de conocer el resultado de la consulta como serían, por
ejemplo, iniciar "estructuras de Estado". También se descartaba cualquier
negociación o prenegociación antes de la celebración de la futura consulta.
Pero, lo que es más importante, es que también se prohibía a las instituciones
autonómicas de que goza Escocia en la actualidad utilizar sus medios públicos
para preparar o favorecer el acceso o la transición a la independencia. Todas
estas condiciones fueron aceptadas por los promotores de la consulta, reservándose
para un futuro parlamento, elegido tras la consulta, el inicio de las tareas
preparatorias a una presunta independencia.
Como
puede deducirse, estamos ante un estilo de conducta política completamente
distinto al seguido por Artur Mas y su estrategia de hechos consumados. Este
viene utilizando todos los poderes y medios de su Autonomía para actuar como
"sujeto político y jurídico soberano", cuando no lo es, utilizando lo que llama
"todos los marcos legales existentes", para ejercitar unilateralmente un
"derecho a decidir" que no existe como recurso legalmente reconocido. Ha sido y
es una manera de actuar que hace imposible la normalidad de ningún tipo de
consulta al considerar "como una realidad actual y efectiva" lo que no es más
que una propuesta partidista y excluyente. La creación de presuntas embajadas,
secretarías de Hacienda, el incumplimiento de las sentencias del Poder Judicial
y de las orientaciones educativas del Estado y el establecimiento de un Consejo
de la Transición, explican por sí mismos que el Sr. Mas ha hecho todo lo
posible para hacer imposible e intragable su delirio, basándose en la arrogante
temeridad de que los mecanismos de defensa del orden constitucional no
funcionan en España. Jamás, en el Reino Unido de Gran Bretaña se hubiese
autorizado una consulta con este comportamiento y bajo estas condiciones. La
insolidaridad anacrónica del nacionalismo escocés contrasta, a pesar de todo su
reaccionarismo histórico, como un ejemplo de hasta dónde llega la insensatez de
la insumisión de Artur Mas. Mas debería saber, si conserva algo de
discernimiento, que con una previa resolución soberanista, como la promovida
por él en 2013 en el Parlamento catalán, jamás se habría permitido una consulta
en Escocia. La Cámara catalana o cualquier otra institución correcta en
cualquier país del mundo no puede utilizar las competencias que el marco legal
le ha facilitado y actuar por su cuenta contra el Estado que legitima su
existencia.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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