Lo llaman trabajo, es fraude

El presidente Rajoy puede anunciar en breve que sus políticas crearán 400.000 puestos de trabajo hasta 2015. Me temo lo peor. Es cierto que se han puesto en marcha medidas que pueden agilizar el empleo, como la tarifa plana de la Seguridad Social para nuevos contratos. La reforma laboral, que era necesaria, ha hecho que el trabajo y el despido sean más baratos, los EREs han disminuido sustancialmente y la destrucción de empleo ha llegado casi al límite porque si destruimos más puestos de trabajo, cerramos la tienda. Pero...  

Frente a quienes desde dentro y desde fuera proponen a un Gobierno que es proclive a escuchar esos consejos, "profundizar" más en la reforma laboral -facilitar las cosas para poder despedir con menor coste- hay que oponer la ineficacia de los servicios de empleo oficiales, el Servicio Público de Empleo, antes INEM, la inexistencia de medidas para promover empresas que cubran las ineptitudes de la Administración, la falta de medidas reales para favorecer el trabajo de los jóvenes, la desatención hacia los desempleados mayores de 50 años y el escándalo mayúsculo de los cursos de formación, que, pese a los fraudes comprobados, van a seguir en manos de la patronal y de los sindicatos.

Hay muchas personas sin trabajo que son llamadas para realizar cursos por el SEPE. Personas, por ejemplo, con un hijo a su cargo, que han agotado la prestación del subsidio de desempleo y cobran una prestación social de 400 euros. El SEPE les propone un curso de varios meses, que imparte otra empresa, que no se puede interrumpir, a 30 kilómetros de su domicilio y que dura todo el día. Son cursos para personas que no tienen intención de encontrar trabajo sino de formarse, que deben rechazar cualquier oferta temporal aunque sea mínima, hacer todos los días 60 kilómetros y buscar a alguien que le recoja al niño cuando sale del colegio y lo tenga en su casa. ¿Tienen alguna garantía de que cuando termina el curso podrán optar a un empleo? Tampoco. La persona de la que hablo ha hecho cinco cursos, cuatro de ellos de formación específica para un empleo determinado -no del SEPE, pero intermediado por él-, y sólo ha conseguido trabajar unos meses tras uno de esos cursos. Y los pocos que se colocan porque ya están formados, son despedidos al poco tiempo, para poder formar a otros. El negocio es formar -y cobrar las subvenciones-, no emplear.    
 El problema lo sufren los desempleados y también los que  trabajan. Según la EPA, esa que ahora van a corregir, hay 2,7 millones de trabajadores que tienen sueldos inferiores a la prestación por desempleo y llegan hasta 4,1 millones los que ganan menos que un parado con hijos. La web del Servicio Público de Empleo ofrece trabajos de jornada completa, con una libranza de una tarde cada quince días, a 400 euros. Tenemos mucha gente poco formada que no puede aspirar a un trabajo mejor. Pero hay muchos que se están aprovechando de la crisis para precarizar el trabajo y otros que han estafado cientos de millones gracias a esos cursos, sin control administrativo y con absoluta impunidad. Ni el SEPE promueve el empleo ni esos cursos van a cambiar de manos. Y luego quieren que nos creamos lo de los 400.000 empleos.

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