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Historias para tomar partido

Historias para tomar partido

miércoles 07 de mayo de 2014, 16:26h
Es posible que nunca hayamos estado mejor en lo que se refiere al respeto a los derechos humanos. Es seguro que nunca hemos sabido tanto sobre las violaciones de estos derechos y que es más difícil que hoy éstas queden impunes o sin castigo social. Suceden cerca de nosotros, porque a nuestro lado hay historias terribles e indignas, cifras de paro insoportables, millones de personas y de niños que viven en la miseria, desahucios inhumanos, violencia de género, corrupción... Pero también en otros muchos lugares del mundo, sin que los medios de comunicación, los Gobiernos, las organizaciones internacionales hagan lo mínimo para acabar con esa atroz violación de derechos humanos. A veces son apertura de un telediario o primera página de un periódico, pero casi inmediatamente son sepultadas por otras noticias "más urgentes" porque el periodismo humano casi ha desaparecido de los medios porque no vende. La miseria no está sólo en la falta de medios sino en la conciencia.

La historia de casi trescientas niñas nigerianas de entre 12 y 18 años, secuestradas a punta de pistola en su colegio y vendidas en el mercado "a 8 euros la pieza" como esclavas sexuales o "esposas" de los terroristas de Boko Haram es una de las más terribles. Sucede en el norte de Nigeria, el país más rico de África -gracias al petróleo- pero el 70 por ciento de sus casi 180 millones de habitantes vive en la pobreza. En el norte, feudo musulmán, la situación es todavía peor y los terroristas campan a sus anchas sin que el mal llamado Gobierno de ese país haga nada por rescatar a estas jóvenes, varias de las cuales ya han debido morir, y donde sólo Estados Unidos parece dispuesto a enviar tropas militares para tratar de ayudar a localizarlas. ¿Se imaginan ustedes lo que pueden estar pasando y el dolor de padres y familiares? ¿Se imaginan cómo sería si fueran nuestras hijas o nietas? Pero ningún Gobierno hace nada ni siquiera eleva una protesta ante las Embajadas de ese país, la ONU mira hacia otro lado, organizaciones como Amnistía Internacional y otras que cuidan de la infancia en el mundo no hacen campañas de apoyo y sensibilización y dentro de unos días nos habremos olvidado todos de esta tragedia en la que hay 300 víctimas inocentes y miles de personas asesinadas impunemente en los últimos años.

Es un caso sangrante, pero hay más: el olvido de la tragedia de Siria donde El Assad ha ganado la partida a sus súbditos -allí no hay ciudadanos- con la anuencia de la comunidad internacional. Un país donde las fuerzas armadas de ese Gobierno bombardean escuelas primarias con los niños dentro y no han respetado ninguno de los derechos humanos o donde los yihadistas ejecutan a los "infieles" crucificándoles. Es, también, la historia de Líbano donde ya hay un millón de refugiados sirios, de los que posiblemente la mitad son niños... Podemos seguir. Pero ante estas historias, no tomar partido es un acto de cobardía.  

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