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Cat Power en La Riviera, una mujer al borde de un ataque de nervios

Cat Power en La Riviera, una mujer al borde de un ataque de nervios

lunes 17 de noviembre de 2014, 10:26h
Cat Power tiene fama 'curroromerista', es decir, la de una artista que por cada vez que destapa el tarro de las esencias da cuatro 'espantás', El concierto de ayer hizo gala a su fama en un formato concentrado, no hubo ni mucho menos 'espantá', a pesar de un resfriado que nos tuvo en vilo todo el concierto cada vez que estornudaba, pero se pudo ver a la artista cuya fragilidad emocional es, a la vez, su mejor y su peor arma. Por momentos aquello parecía un caos, errores de principiante a la guitarra, charlas con el técnico en medio de una canción pero luego habría el tarro de las esencias y se sacaba de la manga una increíble versión de 'What the world needs now' de Burt Bacharach o la celebrada 'The greatest' y entonces todo parecía cobrar sentido.
Lo mejor del concierto en La Riviera fue su absoluta imprevisibilidad y la absoluta entrega entre público y artista. Chan Marshall siempre parece al borde de la crisis nerviosa, algo que el público de ayer pareció entender demostrándola un cariño absoluto. Este fue devuelto con creces con un concierto de más de dos horas en el que la cantante pareció tocar todo lo que sabía, e incluso lo que no. 31 canciones, como el libro de Nick Hornby, seguidas y sin bises, fueron las que desgranó sobre el escenario Cat Power. Ayudada unas veces con una guitarra, a la que no hacía más que pedir más reverb, y un piano, con el que parecía desenvolverse algo mejor.

El setlist fue tan caótico como la propia actuación. Si, supuestamente, todavía se haya en la gira de presentación de 'Sun', Cat Power solo se acordó de su último disco en una ocasión, con '3, 6, 9'. Si su disco más popular, probablemente también el mejor, es 'The greatest', entonces solo hubo ocasión de escuchar la canción titular. Claro que el formato no parecía el más indicado para acordarse de esos discos, ya que sus coqueteos con la electrónica en el primero o el retro soul del segundo están pensados para tocar con una banda. Así que Chan tiró de los dos discos que mejor se adaptaban al formato cantautora, 'Moon Pix' y 'You are free', de los que tocó tres y cinco canciones respectivamente. No todas sonaron bien, durante la interpretación de una de sus mejores canciones, 'I don´t blame you', dejaba de tocar continuamente para pedirle correcciones al técnico de sonido. Eso podría haber supuesto el cortocircuito en el pasado pero ayer no fue así. Chan siguió acariciando los oídos de su público con una voz que, uno de ellos, comparó con la de "Dios".

Fue esa voz la que consiguió momentos magníficos, como las versiones de 'Remember me' de Otis Redding o el broche final con su lectura del 'Sea of love'. Entre medias se mostró encantada de su embarazo, dedicó el concierto a los estudiantes desaparecidos de México, contó una extraña anécdota sobre el Norte de África, pidió constantes disculpas por sus errores o por tocar temas nuevos, y cortó en seco las únicas palmas que sonaron cuando se puso a tontear con la guitarra un blues.

Al final el concierto se hizo largo para algunos, y es que el mejor escenario para un concierto como el de ayer hubiera sido un bar con mesas y la gente sentada, pero hizo las delicias de los seguidores más cercanos a la cantante que, a cambio de su paciencia y amor, vieron como por momentos les era devuelto con creces por una artista a la que ayer, suena increíble, parecía imposible retirar del escenario.
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