Dicen
que el secretario general del PSOE vive horas bajas: que hay personajes en su
propio partido que quisieran cercarle, que maniobran en su contra, que
Susana
Díaz ha anticipado las elecciones autonómicas andaluzas para, luego, poder
disputarle las primarias y concurrir ella contra
Rajoy para ocupar el principal
despacho en La Moncloa.
Creo, sinceramente, que casi nada de todo esto tiene gran
fundamento. En tertulias y cenáculos varios, de los muchos que estos días
frecuentamos los periodistas de este gran mentidero que es la Villa y Corte, voy
aventurando la hipótesis -y hasta apuesto cenas por ello- de que será
Pedro
Sánchez, y no otro, quien se enfrente a Rajoy -y pienso que no a otro- en las
elecciones generales que -sigo con las hipótesis-me susurran que podrían tener
lugar allá por el 20 de diciembre, fecha prenavideña de paz, amor, optimismo y,
para algunos, extra cobrada.
Pienso
que entre todos estamos magnificando los ruidos --¿de veras que el hecho de que
Zapatero se entreviste con
Errejón merece tanto estruendo?-- en el interior del
que oficialmente sigue siendo el principal partido de la oposición. Y que, de
paso, estamos, entre todos, querámoslo o no, impulsando a una opción que aún no
está oficialmente presente sino en el Europarlamento (y en las encuestas), a
base de 'anular', favoreciendo al partido de Pablo Iglesias, a la formación que
creó otro Pablo Iglesias, hace la friolera de ciento treinta y seis años.
Peligrosa operación, en la que se complacen tanto el PP como Podemos, sin darse
cuenta el primero de que el PSOE, y no los 'populares', será el único valladar
frente al peligro que yo entiendo que significa un Gobierno de Podemos, y
consciente el segundo precisamente de eso, de que su enemigo principal es el
PSOE, por lo que les beneficia no poco esta estrategia de 'olvidar' simplemente
que el PSOE existe.
De
hecho, el adelanto electoral decidido por Susana Díaz en Andalucía supone ya
una primera batalla ante las urnas entre socialistas y Podemos: si Díaz gana,
demostrará que se puede vencer el aparentemente imparable ascenso de la
formación 'morada'. Si pierde, lo que resulta menos probable, se abrirá, eso
sí, un nuevo y complicado escenario; pero esa sería una película diferente. Me
consta que la presidenta de la
Junta andaluza es persona que sabe de política y es muy
consciente de lo que está en juego en esta partida: por eso me atrevo a afirmar
que acaso las tesis 'conspiratorias' que aventan algunos, suponiendo segundas
intenciones -hostiles hacia Sánchez- en esa disolución anticipada del
Parlamento andaluz para celebrar elecciones el 22 de marzo, están equivocadas.
Difícilmente
podría la señora Díaz justificar que, habiendo ganado la presidencia de la Junta en las urnas, y
contradiciendo todo lo que ha dicho hasta ahora, abandona su puesto a los tres
meses para enfrentarse a un correligionario, a la que ella misma ayudó a
colocar en el puesto no hace ni medio año, en unas elecciones primarias que
ella podría ganar (o no), pero no sin una dura pugna interna en la formación
socialista, una de esas pugnas coyunturales que debilitan a todos los
contendientes. Y, aunque no sea lo más decisivo -sí puede que sea lo más
importante para ella--, en la fecha en la que estas primarias han de
celebrarse, el mes de julio, Susana Díaz estará dando a luz a su primer hijo.
Los
'conspiracionistas', incluso dentro del propio PSOE, ante la solidez de estos
argumentos, dicen ahora que acaso sería una nueva figura, la de Carmen Chacón,
por ejemplo, la que podría concurrir a las primarias frente a Sánchez. Hasta
donde yo sé, la señora Chacón, que no sé si sigue con sus clases en Miami, fue
recompensada con una importante secretaría en la actual ejecutiva socialista a
cambio de comprometerse a no concurrir a esas primarias. La presencia de Carmen
Chacón en el coso electoral interno sería un nuevo factor de barullo. Y, la
verdad, entre la señora Chacón, que ya ha mostrado lo que puede dar de sí, y un
Pedro Sánchez que es toda una promesa, con sus claros y oscuros, reconozco que
me quedo sin duda con la promesa, y no con aquella (dura) realidad que
conocimos.
Tengo,
en todo caso, la impresión de que 'barones' y notables en el PSOE, comenzando
por la propia Susana Díaz, van a cerrar filas de manera inminente en torno a
Sánchez. Quizá ya este fin de semana, cuando los socialistas celebren una
conferencia autonómica que inaugurará Díaz y clausurará Sánchez, y en la que
intervendrán varios 'barones' autonómicos, este apoyo, ante las importantes
elecciones municipales y autonómicas de mayo, se haga ya más que patente. Otra
cosa sería un suicidio que me parece que el PSOE ahora no se puede permitir. Y
quizá, visto el panorama, nosotros tampoco. Así que Sánchez o no Sánchez: esa
es la cuestión. Y lo saben Díaz, y Fernández el asturiano y, me parece, hasta
González el sevillano.
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El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>