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Derroche navideño

viernes 23 de noviembre de 2007, 19:25h
Casi todas las calles principales de la capital tienen ya instalada la iluminación navideña. Las luces se encenderán dentro de nada; es cuestión de unos días y la orgía habitual de formas y colores se desplegará por avenidas y fachadas de centros comerciales.

La Navidad llega, y con ella, la fiebre consumista que nos sacude y atolondra cada año. Pero antes de sucumbir a la maléfica influencia del espumillón en vena, tal vez sea el momento de hacer una reflexión que enfríe las tarjetas de crédito, siempre en peligro de sobrecarga en estas fechas.

Un reciente informe presentado por el sindicato CC.OO. ponía negro sobre blanco un dato aterrador: el 12 por ciento de los madrileños son pobres. O, más crudamente: doce de cada cien vecinos no sobrepasan el umbral de la pobreza, que está en unos ingresos de algo más de 6.000 euros al año.

Al mismo tiempo que se produce este hecho, entramos en un  periodo en el que la mayoría de nosotros nos contagiamos de un virus muy virulento y de rápido contagio: el del consumismo. El gatillo se nos afloja y desenfundamos la Visa a una velocidad que ninguna subida inflacionista es capaz de parar.

La Federación de Consumidores de España ha calculado que gastaremos, por término medio, 941 euros por madrileño en las navidades, en conceptos como comida, regalos y ocio. Es decir, casi los mil euros que tantas lágrimas hacen verter a fin de mes a quienes los tienen como único ingreso.

Los regalos para niños y mayores, las viandas más sotisticadas –y siempre en cantidades abundantísimas-, ropa especial, fiestas, adornos… Quisiera saber, y seguro que alguien lo conoce, el dato concreto del dinero que gastamos en algo tan fútil y absurdo como es el papel de regalo. Ese que se rompe, se hace una bola y termina llenando los cubos de la basura.

No estaría de más tener la cabeza más fría y las manos menos calientes –a la hora de tirar de la cartera-, aunque sólo sea por no agraviar aún más a quienes andan tan cortos. Navidad no tiene por qué ser sinónimo de derroche; y no es mejor la fiesta en que más se gasta.
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