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Ensalada compartida

viernes 05 de junio de 2015, 13:29h

Una pena que Pablo Iglesias no se fijara si la tortilla a la francesa que al parecer pidió el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en la cena en la que compartieron ensalada y poco más, era de un huevo o de dos. No sería un detalle importante si no fuera porque en la reciente Historia de la transición española -“el papelito” al decir del señor Iglesias- el presidente Suarez no hubiera elevado a categoría su gusto –que yo comparto y algún día trataré de explicar- por las tortillas francesas de un huevo. O sea que la cena no dejó de ser una metáfora: un plato, la ensalada, compartido, una triste tortilla pre-podemita para Sánchez y un pescado para Iglesias que es un manjar bastante “hipster”, lo cual no hace sino corroborar las tesis de Monedero.

Pero al margen de los detalles habría que recurrir al tópico de utilizar el buen titulo de un libro para describir la situación: “Paisaje para después de la batalla” del declarado podemita Juan Goytisolo. Porque aquí se han dicho todos de todo y han prometido lo que no está en los escritos y, desde luego, no van a cumplir. Pero tampoco hay que llevarse las manos a la cabeza. Sin llegar al cinismo de Tierno Galván cuando aseguraba que “las promesas electorales están para no cumplirse”, sí habrá que convenir que los desencuentros, las descalificaciones y hasta los insultos de las campañas electorales sólo son válidos para el momento en que se dicen y se disuelven como azucarillos en el paisaje después de la batalla. Y no pasa nada, o al menos parece que no pasa nada aunque las contradicciones sean flagrantes y en ocasiones excesivas.

Aquí a los que se les llamaban “casta” con desprecio y los que eran tachados de populistas y demagogos, los que se negaban el pan y la sal en los mítines, terminan compartiendo la ensalada y digo yo que aliñándola al gusto de los dos con la sal y el aceite que hasta entonces se habían negado. Y no está mal. Es lo lógico y lo civilizado siempre y cuando todo tenga una cierta coherencia.

¿Y en qué consiste esa coherencia? Pues de manera sencilla pero falsa en decir que el PSOE debería girar 180 grados para poder hablar con Podemos y sin que, de entrada, nada haya variado, ya se cuelgue medallas el profesor de política tras compartir una simple ensalada: “el PSOE ha cambiado en los últimos tiempos" y esos cambios "tienen que ver con la irrupción de Podemos. Algunos elementos en su discurso recuerdan al nuestro", ha dicho. Claro, estas cosas las oyen los viejos socialistas y se ponen de los nervios: que un partido histórico cambie en unas semanas para parecerse a otro recién nacido, es para hacérselo ver.

Pero insisto: da igual. En la otra parte a los del PP les falta tiempo para firmar todo lo que Ciudadanos les presente sobre regeneración democrática y transparencia; hasta provocan dimisiones para contentar a Albert Rivera que pese a todo se pone remolón y dice que no basta con eso.

Y mientras tanto en Andalucía siguen sin ponerse de acuerdo y al final va a ser el PP de la Gürtel el que salve al PSA de los ERES. Esto no ha hecho más que empezar; seguramente aun nos queda por ver lo mejor porque a día de de hoy el laberinto está muy complicado: si Artur Mas se empeña en su calendario, tal vez Rajoy tenga que adelantar las elecciones con lo cual la inestabilidad y los pactos van a presidir todas las mesas. Menuda ensalada están compartiendo todos con todos. En Italia cuando les va mejor es cuando no tienen gobierno; igual aquí pasa lo mismo.

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