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Otro consejero bajo sospecha

jueves 10 de septiembre de 2015, 08:08h

Esto es el cuento de nunca acabar. Mientras aún están en el lío de la corrupción política de los EREs fraudulentos los dos expresidentes de la Junta, Chaves y Griñán, una docena de consejeros y otros tantos altos cargos en espera de que la nueva jueza sustituta de Alaya acabe la instrucción de la causa si el TSJA le pone alguna ayuda, ahora el Parlamento se dispone a iniciar la comisión de investigación de los falsos cursos de formación en la que también hay unos cuantos altos cargos de la Administración autonómica presuntamente implicados. La corrupción sigue marcando, pues, la trayectoria política de esta comunidad aunque hay que reconocer que el personal pasa bastante de todo este asunto y anda más preocupado por salir adelante y afrontar como puede los problemas cotidianos que en Andalucía no son pocos.

Y es que, en el fondo, aquí casi todo el mundo suele aplicarse el cuento de que hay que aprovecharse de las circunstancias mientras estas sean favorables. Vamos que casi nadie ve mal que los políticos, sean del partido que sean, trinquen durante su mandato, porque un alto porcentaje de los ciudadanos que los votan harían lo mismo si estuvieran en su puesto. Es la llamada teoría del jamón. Esa que dice que la pata negra de Jabugo es la moneda de cambio de quien quiere vender sus influencias. Ya se sabe que hasta hace pocas Navidades el jamón de cinco jotas era el regalo estrella que se le enviaba a consejeros y altos cargos para agradecerles los servicios prestados.

Sabiendo, como sabemos que la futura comisión de investigación parlamentaria sobre los cursos de formación falsos en la que no comparecerá la presidenta Susana Díaz, no va a servir absolutamente para nada a no ser que alguien considere de alguna utilidad el sacar a relucir los trapos sucios de unos y otros, lo único que va a poner en claro es el posicionamiento de algunos patidos ante las próximas elecciones generales. Aunque el líder del PP andaluz, Juanma Moreno comience a tirarle los tejos a los muchachos de Albert Rivera previendo lo que pueda ocurrir en diciembre, parece que estos siguen jugando con dos barajas y poniéndole una vela a Dios y otra al diablo para cubrirse las espaldas. Y en eso, el candidato andaluz de Ciudadanos y secretario general, Juan Marín, se ha convertido en todo un experto.

Pero claro, con esto de la corrupción política Ciudadanos se está viendo cogido en un renuncio un día sí y otro también. Primero, al apoyar la investidura de Susana Díaz pese a que ni Chaves ni Griñán habían dejado sus puestos en el Congreso y el Senado, después su primera negativa a apoyar la comisión de investigación de los falsos cursos de formación y, tras su cambio de estrategia, su negativa a que Susana Díaz comparezca como piden el resto de los grupos parlamentarios, y ahora se le presenta un nuevo caso con la supuesta imputación del actual consejero de Economía y Conocimiento, Antonio Ramírez de Arellano por un presunto delito de prevaricación cuando era vicerrector de la Universidad de Sevilla. Las declaraciones de Marín afirmando que pedirán la dimisión de Arellano si resulta imputado suenan a puro cachondeo cuando esa, el cese inmediato de cualquier alto cargo imputado en alguna causa de corrupción, era la primera condición que Ciudadanos le puso al PSOE para apoyar la invesitdura de Susana Díaz.

En esto de la corrupción política hay que reconocer que Podemos está siendo bastante más coherente. Quizás porque, al contrario de su jefe de filas, Pedro Sánchez, la propia Susana no ha querido saber nada del partido liderado por Pablo Iglesias y su relación con la secretaria general andaluza, Teresa Rodríguez no es precisamente la de buenas amigas y colegas. Ya veremos lo que ocurre si en diciembre, tal y como parecen indicar todas las previsiones, Sánchez e Iglesias llegan a algún pacto de Gobierno para desbancar al PP de la Mocloa. Ello puede modificar, y mucho, los pactos y el status quo que se vive en Andalucía. Ya veremos qué ocurre. De momento habrá que esperar como se desarrollan las elecciones catalanas que están a la vuelta de la esquina y en las que Susana Díaz hará campaña no junto a Pedro Sánchez sino junto a su amiga Carmen Chacón. De momento Susana parece estar al márgen de cualquier asunto que roce la corrupción, pero mucho me temo que la campaña a las generales va a provocar situaciones bastante inesperadas. Al tiempo.

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