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Marchando una de centroderecha

jueves 05 de noviembre de 2015, 23:45h

¡Oído cocina! El Centro de Investigaciones Sociológicas, vulgo CIS, no ha perdido el tiempo y, a mes y medio de la celebración de las elecciones generales del 20-D, las más disputadas de nuestra reciente etapa democrática, ha “cocinado” unos resultados que le darían la mayoría absoluta a una coalición de centroderecha que es la suma del PP más Ciudadanos. Ustedes dirán que con el 29,1 del Partido Popular más el 14,7 por ciento del partido de Albert Rivera, se obtendría un ajustado 43,8 aún lejano de ese 51 por ciento que es la cifra a alcanzar para poder respirar tranquilos durante cuaro años más. Pero, claro, si al PP y Ciudadanos les sumamos otros partidos de centro derecha con poder residual como UpyD, CC, UPN y otras fuerzas regionalistas con posibilidad de obtener algún escaño en sus comunidades, es muy posible que el 21 de diciembre nos levantemos con un Gobierno de matiz moderado y carácter constitucionalista que diese al traste de una vez con la tabarra que nos dan los nacionalistas catalanes. Además, no sería necesario alcanzar ese deseados 51 por ciento, pues bastaría con algo más del 45 por ciento para obtener la mayoría absoluta. La otra posibilidad, la alternativa de centro izquierdas, que sería la de un Gobierno encabezado por el PSOE de Pedro Sánchez se nos antoja mucho menos posible ya que no le bastaría el apoyo de Ciudadanos y otras fuerzas minoritarias, sino que tendría que contar también con Podemos e Izquierda Unida y eso serían demasiados gallos en tan estrecho gallinero

Con todo, lo que más me ha llamado la atención de este sondeo del CIS no ha sido la intención de voto, que más o menos se mantiene en los mismos porcentajes que hace tres meses, punto arriba o punto abajo, sino la respuesta a la pregunta “¿a que partido no votaría nunca?”. Hasta ahora siempre se había llevado la palma el PP y sin embargo ahora son varias las fuerzas políticas que le arrebatan el puesto, entre ellas, Podemos, Convergencia Democrática de Cataluña (el partido de Artur Mas), Unió Democrática de Cataluña (el partido de Durán i Lleida), UpyD y UPN. Este rechazo es sintomático porque pone de manifiesto no solo el miedo de los españoles a un cambio radical y arriegado, como es el caso de Podemos, sino el daño que le ha hecho Artur Mas a su propia coalición tras su demencial y empecinada apuesta soberanista.

De confirmarse la encuesta del CIS, algo que aún está por ver, la coalición PP-Ciudadanos sería la solución menos mala que nos podría ocurrir a los españoles en este movido y singular año del señor en el que el clásico panorama político español del bipartidismo se ha visto sacudido por un terremoto de partidos emergentes que van a acabar siendo claves para el futuro inmediato de nuestro país. Puede que los españoles necesitemos un revulsivo pero no parece que ese revulsivo sea el encabezado por Pablo Iglesias cuyos últimos fichajes, como el del ex jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Julio Rodríguez, chocan frontalmente con los planteamientos antimilitaristas que defienden sus militantes de base. No me extranaría nada que, de seguir con esta tendencia, Iglesias fichara a algún obispo venezolano con doble nacionalidad y díscolo con el Vaticano, para encabezar su candidatura por Barcelona o por Sevilla.

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