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Más por menos (economía doméstica)

lunes 18 de enero de 2016, 11:34h

Todos hemos tenido que aprender la lección a marchas forzadas. Ahora se dice optimizar, antes era sencillamente saber administrarse, comprar lo necesario y dejar de ser un manirroto. El caso es que unos por fas y otros por nefas, yo creía que todos habíamos aprendido muy bien la lección y que ahora miramos con lupa qué nos gastamos, cuánto, cuándo y, sobre todo, por qué lo hacemos. Era necesario. No podíamos seguir así mucho más tiempo...

Tantas y, posiblemente, tan banales consideraciones me vienen a la cabeza al conocer que nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros sobrinos ... Y, por supuesto, los de todos nuestros vecinos y amigos, han visto reducida su paga semanal hasta un 40 por ciento de media en los últimos años. Y, como ya se sabe, eso significa que muchos la habrán perdido del todo, al tiempo que otros cuantos, la inmensa minoría, mantendrá la que venía cobrando desde entonces.

Pero casi nada es lo que parece y tengo para mí que, probablemente, el común de nuestros conciudadanos no ha llegado al meollo de la cuestión. Vamos, que no han sido capaces de concluir que el exceso no es bueno ni siquiera en la virtud. Frenaron el consumo porque el lobo de la crisis permaneció demasiado tiempo con nosotros, pero ahora que parece que comienza la retirada, vuelven donde solían. No exagero, no. Basta con salir a la calle estos días para observar -y sin necesidad de hacerlo con mucho detenimiento- que nuestras calles y plazas céntricas vuelven a poblarse de gente con bolsas en las manos, dispuesta a arrasar con todo (ropa, comida, perfumes, servicios…), como si el fin del mundo estuviese ya ahí, a la vuelta de la esquina.

En Madrid, por ejemplo, cualquier día de la semana y a cualquier hora del día, uno puede toparse con una afluencia inusual de gente en la Gran Vía y aledaños, especialmente en el tramo situado entre la Plaza del Callao y el edificio de Telefónica, y en la acera de los números pares. ¿La razón? Muy sencillo: Primark, una cadena de ropa popular, a precios más que asequibles que, hasta la fecha, se encontraba en centros comerciales de la periferia madrileña y que hace solo unos meses ha decidido instalarse en pleno centro. Como se ve, la apreciación de los hombres del marketing de la marca nórdica europea ha dado de pleno en la diana.

El frenesí consumista, pues, no se ha ido del todo ni siquiera con la crisis. Una primera reacción de prudencia o, quizás y mejor aún, de carencia o de miedo, ha hecho en la población adoptar una postura de cierta contención, de cierto recorte en el consumo, pero en cuanto las cosas han pintado algo mejor, otra vez se han tomado las calles y, aprovechando las fiestas navideñas, ha vuelto a lanzarse al asalto de grandes almacenes y pequeñas tiendas para volver a hacerse la ilusión de que la felicidad está en el consumo.

Más datos concretos apuntan en la misma dirección. Por ejemplo, desde que las vacas flacas se han instalado en España, el tabaco de picadura ha sido el producto que más consumidores ha atraído. Tantos como que su consumo llega ya casi a los 270 millones de euros, y ha visto incrementar su venta hasta casi 20 veces más que al comienzo de la crisis. En otras palabras, que esto de consumir, en nuestra sociedad, no tiende al mínimo, sino todo lo contrario, que parece generalizado el pensamiento de que si consumes más, aunque sea peor, seguirás sintiéndote bien. Ya no confío ni en una segunda o tercera crisis para que el sentido común se instale entre nosotros. Debe de ser algo inherente a la condición humana. Consume, y mejor aún si se trata de algo superfluo, innecesario, que algo queda, aunque sea el bolsillo vacío…

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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