The Winery Dogs aterrizan en España para impartir una clase magistral del hard rock

jueves 04 de febrero de 2016, 20:51h

En una semana harto complicada para la agenda rockera de conciertos, especialmente dura para el sector metalúrgico, The Winery Dogs son casi un respiro. Es un decir, claro, porque lo más probable es que tus cervicales acaben exactamente igual que si ese mismo martes prefieres ir a ver a Parkway Drive, la novedad australiana del metalcore que también actúa en Madrid. Kotzen, Sheehan y Portnoy son ‘perros’ viejos, pero son probablemente el mejor grupo de hard rock del planeta.

Un auténtico ‘supergrupo’ que se niega a actuar como tal. Eso fue lo que dijeron de ellos en 2012 cuando, tras años haciendo pinitos en festivales, formalizaron su relación tres monstruos como el guitarrista Ritchie Kotzen y el bajista Billy Sheehan, compañeros en Mr Big, y el superbatería -otra etiqueta merecida- Mike Portnoy, aún en busca de su destino tras dejar plantado a John Petrucci y sus Dream Theater.

Personajes bien conocidos cuyos ‘antecedentes’ prometían aire fresco al hard rock con una tormenta de metal progresivo avalado por tres instrumentistas del máximo nivel. Llegaban, además, con ideas plasmadas en sus hasta ahora dos únicos discos de estudio, el homónimo de debut en 2013 y, en 2015, Hot Streak, con el que vienen bajo el brazo en su visita a España para tres conciertos en Bilbao, Barcelona y Madrid.

Su segundo disco marca el guión de un show intercalado por los principales temas del primero y los tres obligados -y ansiados por su fans- solos de guitarra, bajo y batería, a los que su público asiste con la misma adoración que un estudiante de física escucha a Hawking. Kotzen impartirá cátedra con una acústica en Fire, el tema más relajado de Hot Streak; un tema después Portnoy y su batería galáctica y, tras otra canción, Sheehan se lucirá con su bajo.

Su virtud es no haber caído en la nostalgia con un simple lavado de cara de un género arrugado por la edad y la comodidad. Sin bajar ni un milímetro el potenciómetro a tope de toda banda de hard que se precie, la calidad individual de sus miembros le ha dado una profundidad musical más allá del blues y la barra del bar. Imprescindibles.