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Puerta Grande (excesiva) para un valentísimo Roca Rey que vuelve a conquistar Madrid

Puerta Grande (excesiva) para un valentísimo Roca Rey que vuelve a conquistar Madrid

> Oreja para Talavante, mal Castella y peor los anovillados bureles de Cuvillo

viernes 13 de mayo de 2016, 22:46h
No tiene ni veinte años y ya acumula en su hoja de servicios a la Fiesta dos salidas a hombros en la cátedra del toreo. Pongamos que se habla/escribe del limeño Roca Rey. Su espartano valor, que caló hondo en el público, y un estoconazo al sexto le valieron dos excesivas orejas porque toreo de calidad sólo alboreó a ´mínimas ráfagas. Aunque en tarde de regalos, tampoco un buen Talavante merecía la que le otorgó el usía, reglamentariamente porque hubo pañolada, tras muletear entregado pero desigual al quinto. En un encierro muy presentado -ya se sabe, las figuras, figuritas y/o figurones lo exigen y la empresa traga- y mansote en general, Castella pasó de puntillas.

Los escasos espectadores que tuvimos el privilegio de ver la presentación de Andrés Roca Rey como novillero en Las Ventas, al inicio de la anterior temporada, salimos impresionados por su valor sin cuento y sus ganas de comerse al mundo, aunque algo escépticos de que después el chaval, como tantas otras promesas que no cuajaron, se acomodara. Pero, ¡notición!, ¡notición!, no sólo no lo ha hecho, sino que a plaza llena y con la repercusión del cilco isidril, además de confirmar doctorado, confirmó que viene a por todas, arrasando, a base de un valor seco, que asusta y estremece a los espectadores.

Vaya por delante que durante su faena al encastado sexto, que acudía siempre al engaño, pero con la carota a media altura, vendíendo muy caras su embestidas, pidiendo, en definitva, un coletudo de enorme corazón y derroche testicular, un ahogo de emoción se apoderó de los sufridos espectadores mientas él, Roca Rey, siguió firme y relajado con pases imposibles geométricamente como las arrucinas que se inventó.

Vaya también por delante que en sus series por ambos pitones, siempre en el platillo y mandando, hubo pases ortodoxos y otros menos lucidos, por lo que con una oreja, a pesar de que se tiró a matar o a morir, habría sido suficiente, el precio y premio justo. Pero el gentío desahogó su sufrimiento con una explosión final de pañuelos y ese mal presidente que es Trinidad López-Pastor, le regaló una segunda.

Dicho lo cual, con tanto como solicitamos coletudos de verdad de verdad de la buena en su toreo, y teniendo en cuenta su todavía brevísima trayectoria, ojalá esta segunda salida a hombros, este aldabonazo en la cátedra, le sirva a él y sirva para devolver parte de la autenticidad perdida en la Fiesta. En el de la confirmación del doctorado, sin embargo, el peruano dejó bastante que desear, mucho más en lo artístico, con unas formas ventajistas y un punto pueblerinas en el toreo fundamental, aunque con capote y flámula volviera a mostar un valor a prueba de bomba.

Tambié fue excesiva la oreja ccortada por Alejandro Talavante frente al quinto, un espectacular jabonero sucio, cuya cabeza derrotona y sus tarascadas fueron más que evidentes, como lo fue la paciencia y sobeteo técnico y valiente del extremeño hasta que logró hacerse con él y le extrajo un par de series al natural de enjundia y mérito. Pero también en su labor hubo intermitencia y hasta tres desarmes, tres.

Eso sí, Talavante no se dejó ganar la pelea y, quizás como reto propio, insistió e insistió hasta ese final que también desató la euforia de moqueros en petición del trofeo. Había intentado lucimiento sobre todo con su habitual mano favorita para torear, la izquierda -tan en desuso,- pero el inválido y protestadísimo burel -que debió devolverse desde el palco presidencial- hocicaba la arena continuamente y todo se diluyó.

El peor parado de la tarde, además del usía, claro, fue un Castella anodino e insulso que aplicó el toreo posmoderno -léase fuera de cacho en el cite y los remates- en los de su lote, tampoco sobrados de fuerzas, pero que al Castella de otros años le habrían servido para lucimiento. Sin embargo, el francés apostó por la cantidad y la pesadez, aburriendo en grado máximo. En definitiva, una 'vulgarité'.

FICHA DE LA CORRIDA

Cuatro toros de NÚÑEZ DEL CUVILLO, mal presentados a excepción del 5º, mansos, descastados aunque nobles y flojos. 4º y 6º, de CONDE DE MAYALDE, justos de trapíoy flojos; el 6º, encastado. SEBASTIÁN CASTELLA: silencio tras aviso; silencio tras aviso. ALEJANDRO TALAVANTE: sllencio; oreja. ROCA REY: ovación con algunos pitos; dos orejas. Salió por la Puerta Grande. Plaza de Las Ventas, 13 de mayo. 8ª de abono. Lleno de 'no hay billetes'. El rey JUan Carlos y la infanta Elena presenciaron el festejo desde el Tendido Preferente, donde Castella y Roca Rey le brindaron su primer toro.

-CRÓNICA DEL FESTEJO ANTERIOR

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