San Isidro: meritoria oreja para Alberto Aguilar en interesante encierro de Baltasar Ibán

Para empezar, sorpresa: por un momento retrocedimos dos décadas, al comprobar que el toro que abría festejo llevaba el nombre de ‘Bastonito’, el mítico burel que ofreció una casta y una bravura histórica a la que se enfrentó el mejor César Rincón. Pero este hermano de nombre y seguidor de la reata no fue igual, ni en su pelaje 'colorao' ni en su comportamiento. Aunque sí que cumplió sobradamente en el caballo –como casi todo el encierro, en diversa gradación-, sin alcanzar la catadura de bravo, en banderillas y en el inicio de la faena de muleta de Iván Vicente, hasta que en la tercera serie se rajó. A pesar de lo cual, los ojos de los espectadores estaban clavados en el ruedo, que es lo que acontece cuando hay un toro serio que hace honor a los de su estirpe y no la dócil basura abueyada habitual, tan del gusto de los mandamases del escalafón, que jamás se anuncian con hierros como el de Ibán.

El que hizo del 'Bastonito' antiguo fue ‘Camarín', que se arrancó de lejos al penco dos veces y allí se empleó. Todos nos quedamos con la incógnita del tercer puyazo, aunque sólo fuera marcarle con el regatón, pero ese mal presidente que es Justo Polo nos privó de ello al cambiar el tercio. 'Camarín' también se empleó en banderillas y llegó a la flámula embistiendo como un tsunami, pura casta pero también buen tranco y fijeza. Por todo ello era un animal complicado, de los que piden el carnet de torero y Alberto Aguilar, que se dobló con él por bajo para atemperarlo, le plantó cara en dos series de emocionantes redondos, igualmente por abajo, en las que no hubo alto calibre artístico, pero sí temple y ligazón; sí verdad, mucha verdad.

Como en los naturales y en los pases de pecho barriéndole el lomo antes de volver a los redondos y a los doblones finales. Cierto es que sobró un punto de aceleramiento y faltó un punto de belleza, pero tras una buena estocada, la oreja fue de ley. Como debió ser la vuelta al ruedo al bicorne que llegó a pedirse a ese mal usía, se insiste, que no la concedió. Ya no pudo redondear el espada vallecano su tarde frente al quinto que, como sus hermanos de la segunda parte de festejo estaba fuera de tipo y con exceso de báscula. Y ya, aunque también cumpliera ante los picadores, como todos, su falta de codicia le hizo defenderse e incluso coger a Aguilar sin consecuencias.

De similar catadura, escrito queda, fueron cuarto y sexto, también con sentido y difíciles –por lo que el público siguió embebido en el ruedo-, frente a los que sus respectivos matadores, Vicente y Víctor Barrio, cumplieron con valor y técnica pero sin ofrecer el toreo artístico soñado y que tanta falta les hace para salir de los puestos bajos del escalafón. Al menos la terna fue capaz de mostrar capacidad lidiadora frente a serios 'ibanes'. Algo que con las figuras, figuritas y/o figurones se mantendrá en duda por los siglos de los siglos, ya que ni ha entrado ni entra en sus planes anunciarse con ellos. Y no pasa nada. Por eso lo hacen.

Ficha

Toros de BALTASAR IBÁN, bien presentados pero fuera de tipo y sobrados de kilos los tres últimos; en general cumplieron en los caballos, con 2º bravo y encastado; 1, 3ºy 4º. codiciosos; resto, descastados. IVÁN VICENTE: ovación; silenco tras dos avisos. ALBERTO AGUILAR: oreja; ovación. VÍCTOR BARRIO: silencio; silencio. Plaza de Las Ventas, 28 de mayo. 23ª de Feria. Casi tres cuartos de entrada.

>CRÓNICA DEL ANTERIOR FESTEJO DE A PIE