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David Adalid puso al peligrosísimo tercero un antológico par de bandrerillas
David Adalid puso al peligrosísimo tercero un antológico par de bandrerillas (Foto: Juan Pelegrín)

San Isidro: los moruchos y peligrosos saltillos pegan el petardazo del siglo

Lo único artístico lo hizo David Adalid banderilleando con valor y pureza al ilidiable y peligrosísimo 3º

martes 31 de mayo de 2016, 21:57h
Histórico facaso del encierro de Saltillo -rama de Moreno Silva-, la divisa que volvía a San Isidro y que protagonizó en conjunto un petardazo no sólo de lo que llevamos de este siglo, sino de muchas temporadas del anterior. Un conjunto sin trapío, manso en grado sumo en general, con un tercero, 'Luvino', ilidiable, y un cuarto, 'Cazarrata', condenado a banderillas negras, algo que también hacía lustros que no acontecia en la Monumental. Sánchez Vara, Alberto Aguilar y José Carlos Venegas salieron por su propio pie sin visitar la enfermería, todo un triunfo... que no les vale para nada profesionamente. De las cuadrillas destacó como siempre con los rehiletes David Adalid, que puso cuatro pares, dos a ese tercero de infausto recuerdo, uno de ellos, el de la Feria.

Un traicionero asesino con dagas. Una tremebunda infamia con astas. Así era ‘Luvino’, uno de los más ilidiables uros –perdón, toros- que haya saltado al ruedo de Las Ventas, al menos en las últimas décadas, cual coincidían los aficionados más veteranos. Y que le cupo en suerte -perdón, desgracia- a José Carlos Venegas, y sufrió el oprobio de ser incapaz de matarlo. El animal, con visos de haber sido toreado antes, jamás obedeció los avíos y siempre iba al cuerpo de los coletudos con la clarísima intención de ensartarlos.

Bastante peor que un morucho, era ilidiable en el más amplio término de la palabra, ya que por no tener, no tenía ni lidia a la antigua, sobre los pies, por lo que huía despavorido de los picadores: iba de uno a otro -como una pelota de tenis: quince a nada-, sentía la puya y escapaba atropellando todo lo que se le pusiera por delante entre el pavor de los toreros. Menos uno, ese extraordinario subalterno que es David Adalid, quien se jugó la vida llegándole a los mismísimos pitones, asomándose y clavando a la perfección, con más mérito en el segundo, de poder a poder y con el uro arrancado.

La plaza pasó del pavor al clamor y Venegas, que perdió el tiempo intenando el imposible toreo posmoderno de redondos y naturales, en lugar de doblarse con él y machetearlo, dejó después media trasera con la que ‘Luvino’ siguió siendo el amo del redondel sin dejarse descabellar y finalmente sonaron los tres avisos. Semejante prenda asesina fue la guinda negativa de un encierro descastadísimo, cuyos antitoros de lidia, además de orientarse, barbeaban continuamente tablas buscando escapar desde que asomaban por chiqueros.

Sánchez Vara, que tampoco pudo lucir con el primero, noblote -como el segundo, que le correspondió a Alberto Aguilar, quien también lo intentó para nada-, pero distraído y que topaba defendiéndose en lugar de embestir, no se dio coba con el cuarto, condenado justamente a banderillas negras y en cuya lidia volvieron a vivirse feas estampaas solanescas y de plaza de taanqueras, y lo despenó.

Tras el infierno de tercero y cuarto, saltaron dos ejemplares similares a esos dos primeros. El quinto admitió a Aguilar algunas series cortas por ambos pitones hasta que se rajó y apuntó peligro. De similar guisa era el que cerró el festejo del petardazo, permitiendo a Venegas -que como Sánchez Varas cortó una oreja en septiembre pasado a un encierro entonces de juego interesante de esta ganadería, ganándose la inclusión en San Isidro-, algunos apuntes artísticos antes también de que el bicorne se rajara para descanso de coletudos y espectadores. La complicadisima función acabó, pero para el ganadero debe seguir en su recuerdo y dejarle muchas noches sin dormir por este petardazo secular.

Ficha

Toros de SALTILLO, mal presentados, mansos y descastados; el ilidiabe 3º y el 4º, muy peligrosos. SÁNCHEZ VARA: silencio; silencio. ABERTO AGUILAR: silencio tras dos avisos; silencio. JOSÉ CARLOS VENEGAS: silencio tras serle devuelto al corral el 3º; silencio. Plaza de Las Ventas, 31 de mayo. 25ª de la Feria Casi dos tercios de entrada.

> CRÓNICA DEL FESTEJO ANTERIOR

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