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Jesús Cimarro, director del Festival de Mérida: "Si todo estuviera en manos de profesionales, otro gallo nos cantaría"

martes 05 de julio de 2016, 08:46h
Jesús Cimarro, director del Festival de Mérida: 'Si todo estuviera en manos de profesionales, otro gallo nos cantaría'

Durante su carrera ha producido y distribuido más de 150 espectáculos teatrales y, entre otros muchos reconocimientos profesionales, en 2005 recibió el premio Max al Mejor Empresario Privado de teatro. Vasco de origen, aunque afincado en Madrid hace ya muchos años, Jesús Cimarro dirige y gestiona los teatros La Latina y Bellas Artes de Madrid; y, desde 2012, está al frente del Festival de Mérida. Además, ocupa el cargo de presidente de la Asociación de Productores y Teatros de Madrid y es también presidente de la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas Productoras de Teatro y Danza de España. También, desde 1988, preside la productora y distribuidora teatral Pentación Espectáculos y ostenta un máster en Gestión Cultural por la Universidad Complutense de Madrid. En su currículum también figura ser miembro de la Federación Europea de Empresarios de Espectáculos.

En su despacho -funcional, amplio, muy luminoso con ventana a una terraza que da a la plaza de donde ha tomado el nombre el Teatro La Latina- Cimarro nos recibe dispuesto a hablar de lo que planteemos. Hombre eminentemente pragmático, responde sin rodeos y sin eufemismos. Dicho de otro modo, dice exactamente lo que quiere decir, clarito…

J.M.V.- Más de 150 producciones en 33 años. Casi 5 al año, ¿no son demasiadas?

J.C.- Profesionalmente estoy trabajando desde que tenía 18 años (ahora tengo 50), aunque empecé en el teatro a los 15 fundando un taller de teatro en el País Vasco y desde 1980 hasta hoy, sí, he hecho muchas cosas…

P.- ¿Y qué es más difícil hacer lo que uno quiere, o querer lo que uno hace?

R.- Uno intenta siempre hacer lo que quiere, pero las circunstancias no siempre se lo permiten. Pero yo he tenido la suerte de hacer siempre lo que he querido.

P.- ¿Es la coproducción, la fórmula ideal de trabajo para un productor? , ¿levantar montajes de la mano de compañías, actores, directores, incluso instituciones…?

R.- La mezcla siempre es buena, y cuando uno plantea una coproducción se mezcla con otra gente que, por supuesto, trae cosas buenas y cosas menos buenas. Yo procuro quedarme siempre con lo bueno. La coproducción está presente en muchos de mis proyectos y reivindico la bondad de la fórmula. He llevado adelante coproducciones con instituciones públicas y con empresas privadas. En el fondo es lo mismo porque, con la otra parte, con la que te sientas a coproducir, tienes que llegar a un entendimiento, y si ese entendimiento no llega a producirse, las cosas no salen bien. En todo caso, mis experiencias en las coproducciones han sido siempre buenas.

P.- Tu papel como director del Festival de Mérida ha sido determinante en dar la vuelta a sus cifras porque en las cuatro ediciones que llevas al frente de él (2012 a 2015) el número de espectadores se ha multiplicado por tres. ¿Te parece trasladable esa experiencia a otros teatros públicos?

R.- Ya he dicho antes que el mestizaje me parece muy interesante. Si las opciones que se plantean, público, privado o mixto, se hacen con profesionalidad, muy probablemente acaben saliendo bien. Por el contrario, si la gestión, en lugar de profesionales del teatro, la hacen gentes que no tienen nada que ver con el sector, posiblemente no salgan bien. Soy muy consciente de que si todo estuviera en manos de profesionales, otro gallo nos cantaría.

P.- Director artístico y director gerente de festival… No es muy común en España que ambas facetas recaigan en una sola persona. ¿Te has preguntado alguna vez por qué?

R.- Cuando fundamos Pentación los socios éramos Rafael Álvarez, el Brujo, Gerardo Maya, José Luis Alonso de Santos y yo mismo. En esa fusión de la parte artística con la producción y la gestión, yo aprendí mucho de la sensibilidad de los artistas. Los conocí entonces y los conozco ahora, y sé muy bien el camino que hay que seguir para intentar adaptar el ámbito artístico y el de gestión, y he aprendido a buscar ese equilibrio y a ponerlo en práctica y, a veces, hasta me sale bien. (Sonríe abiertamente)

“Hay poca conciencia del trabajo que hay detrás de cada proyecto. Nada surge por casualidad…”

P.- Pero estarás conmigo en que, así como la gerencia puede aprenderse, para la dirección artística, aunque también se aprende, hace falta una cierta base previa, incluso innata, de sensibilidad artística que se tiene o no se tiene…

R.- Sí, claro. Pero eso es como el don que tiene un cantante o un actor. En todo caso, hay que tener también oficio y yo lo he aprendido con los años. Si hay madera y tienes interés, aprendes. El tiempo me ha demostrado que lo que pensaba que se podía hacer, tanto en lo público como en lo privado, he podido llevarlo a la práctica.

P.- La primera Medea de Mérida fue Margarita Xirgu en 1933. Después ha habido 13 más -Nuria Espert, Blanca Portillo, Aitana Sánchez Gijón incluidas-. ¿Habrá pronto otra Medea? Parece la obra emblemática del Festival… ¿Cómo te planteas cada año el eje temático central de la nueva edición?

R.- Efectivamente, Medea es la obra más representada a lo largo de las 62 ediciones que se han llevado a cabo en los 83 años de historia del festival, pero otras muchas también han repetido (Antígona, Edipo…). Medea la han hecho las grandes actrices de nuestro país, y seguirán haciéndola dentro de quinientos, de mil o dos mil años, cuando ni tú ni yo estemos ya en este mundo, y el teatro romano de Mérida seguirá aún en pie... Y respecto a los ejes temáticos de cada nueva edición, hay que planteárselo a priori, claro, y no siempre resulta fácil llevarlo a la práctica porque, a veces, uno tiene una idea previa para el festival, pero las circunstancias te obligan a cambiarla porque, a veces, se caen los espectáculos, o porque los artistas que ya se habían comprometido, tienen que dejarlo porque les ha surgido otro trabajo más interesante y se van… Esa es la dinámica habitual en la que nos movemos. A veces, a mí se me han caído montajes a 48 horas de abrir el festival y por eso hay que tener siempre en la reserva otros espectáculos que tenías planteados para más adelante.

P.- ¡Seguro que antes de comenzar esta edición, la número 62 del Festival de Mérida, estabas ya pensando en la de 2017!

R.-… En el año que viene, y en el siguiente. Esa es la única manera de trabajar, con mucha antelación. Pentación lleva ya 28 años rodando con el mismo nombre y el mismo CIF y eso solo puede ser posible cuando todo se tiene perfectamente planificado, dentro de las limitaciones y los contratiempos que pueden surgirte en este sector, en donde, de un día para otro, te puede cambiar absolutamente todo.

P.- Si por algo se caracterizan tus producciones es porque en ellas cuentas siempre, o casi siempre, con caras superconocidas. No quieres dar mucho margen a la equivocación…

R.- He utilizado de todo: caras muy conocidas, menos conocidas y desconocidas. Cuando uno se plantea colocar una cara o un equipo conocido en un proyecto es porque piensa que con él va a llegar al máximo número posible de público. Te pongo un ejemplo: presentar un espectáculo en la sala Cuarta Pared, que van a presenciarlo 150 personas cada día, tiene unas características determinadas, pero hacerlo en el Teatro Romano de Mérida, tiene otras muy distintas. O haces algo que llegue y que llene cada día a esos tres millares de personas o, en caso contrario, puedes encontrarte con 200 o 300 personas en un recinto muchísimo mayor, y eso sería la demostración palpable de un fracaso. El espacio siempre condiciona a la hora de montar un espectáculo. Hay que tener en cuenta todos los factores, y cuando uno se plantea la promoción del Festival de Mérida, intenta que esa promoción sea lo más amplia posible, que llegue al máximo posible de público…


P.- ¿Es ese el único factor diferenciador de la dinámica del Festival de Mérida respecto a otros festivales en España (Almagro, Olmedo, Alcalá de Henares, etc.)?

R.- Las características que tiene el Festival de Mérida no las tiene ningún otro festival en España. Hay que producir para ese espacio, y hay que recordar que el teatro de Mérida tiene una embocadura de 55 metros, mientras que, normalmente, un teatro suele tenerla de 9 o 10 metros. El fondo, sin embargo, es de solo 6 metros… Es decir, que hay que producir y montar el espectáculo para ese espacio. Con todas las características que conlleva y, además, respetando un monumento milenario como es el Teatro romano de Mérida… Y me puedes decir “Jesús, solo me hablas de números”, y yo te digo que el teatro es pura matemática. No lo digo yo, lo dice Juan Mayorga que, además de dramaturgo, es matemático. Cuando escuchas a un dramaturgo de su talla hablar también de la escritura teatral como pura matemática, que el arte del teatro o de la música es también matemáticas, te paras a pensarlo. Creo que hay poca conciencia del trabajo que hay detrás de cada proyecto. Nada surge por casualidad…

P.- En números redondos, en 2012 cogiste el festival con unos 50.000 espectadores y el año pasado, 2015, triplicaste esa cifra. ¿Cómo se hace eso?

R.- Exactamente más de 158.000 espectadores, en plena crisis económica y con el 21 por ciento de IVA. La clave del éxito está en la información y la comunicación que hemos hecho. Hemos intentado en todo momento que el festival llegase a todas las capas sociales, y llegar a través de todos los canales de información posibles (redes sociales, prensa tradicional, radios, televisión, medios digitales…). Yo soy un obseso de los medios y mi jefe de prensa sabe perfectamente que no digo que no a ninguna entrevista, se trate del medio que se trate. En un verano puedo hacer 80 entrevistas… Creo que todos los medios son importantes porque acaban llegando a todo tipo de públicos, que es donde yo quiero llegar. No quiero cerrarme a uno determinado, y por eso mi programación es tan variada, y, a veces, tan criticada por ciertos puristas. Pero es que yo tengo muy claro que produzco para el público y el público no son cuatro personas, sino millones.

P.- Cuando te refieres a los “puristas”, ¿en quién estás pensando concretamente?

R.- A los que dicen de sí mismos que son puristas… ¡Como yo no soy puro! Me gusta contaminarme con todo, me gusta mezclarme. Todos aquellos que estamos relacionados con la industria cultural tenemos que empaparnos de lo que hace la sociedad porque si no, es muy difícil que podamos transmitir cosas positivas e interesantes.

  • “A la gente se le conoce por sus acciones”

P.- Hay algo que me sorprende mucho más de tus producciones, y es tu capacidad para saber conectar con todos los públicos españoles que, según la latitud, son muy distintos, o eso me parece a mí, por lo menos…

R.- Sí, el público es muy variado, muy distinto y muy amplio, y precisamente porque yo tengo muy claras esas premisas, trabajo para todos esos públicos. Es cierto que yo muestro un mismo espectáculo en Bilbao y en Cádiz, en Alicante y en A Coruña, en Extremadura y en Tarragona, y fuera del país, y por eso intento dar espectáculos lo más amplios posible, lo más internacionales posible.

P.- ¿Quién gana más en el Festival de Mérida con esa coproducción mixta púbico-privada, Extremadura o Jesús Cimarro?

R.- Las cuentas están ahí, y yo no gano tanto. A mí me pagan por mi trabajo porque, cuando se produce un superávit en el festival, va a las arcas de la Junta y, por tanto, revierte otra vez en los ciudadanos. Yo creo que eso está muy bien. Cuando se trabaja en la opción pública o en la opción mixta público-privada, los recursos económicos, si hay superávit, tienen que volver a la administración extremeña, que es la que sustenta el Festival. Sin embargo, si se produce un déficit, lo pago yo, porque así está estipulado en el contrato. Ahora va mucha gente, pero cuando me hice cargo del festival en 2012, lo cogí con 4 millones y medio de deuda, y en 4 años he generado un superávit de 1.630.000 euros… Por eso mismo estoy preparando un libro sobre el modelo de gestión, porque me parece muy importante para las gentes que nos dedicamos a gestión cultural, que haya bibliografía, o haya modelos, en los que uno pueda basarse. Ya tengo un manual sobre producción y distribución de teatro, del que estoy preparando ya la cuarta edición. Cuando me planteé ese libro, pensé simplemente en lo que me hubiera gustado encontrar a mí cuando empecé en este mundillo. A los profesionales ahora esto puede parecerles muy obvio, pero seguro que hace 30 años, cuando empezaban, no lo tenían tan claro. Lo mismo me pasa cuando voy a hacer una producción nueva; me pongo en la piel del posible espectador o espectadora que puede acudir a verlo que, en general, no tiene ninguna información previa sobre él. Tiene algunas referencias, un título, pero realmente no sabe qué va a ver. Este año, por ejemplo, en Mérida hay 7 estrenos y un concierto. Esos estrenos, con temática grecolatina, nunca se han visto en Mérida. El purista de turno no podrá decir que eso ya lo había visto hace 20 años, y se hacía así y así… Quiero ver esos espectáculos con los ojos vírgenes con los que me siento en un patio de butacas.

P.- Además de dirigir el Festival de Mérida y un par de teatros más en Madrid, presides la Asociación de productores y teatros de Madrid, y la Federación estatal de asociaciones de empresas productoras de teatro y danza de España. Si dependieras del Ayuntamiento de Madrid, seguro que alguien habría dicho de ti que eres arrogante…

R.- Pues no lo sé, porque intento decir lo que pienso y demostrar con hechos mi trabajo. Y si esta pregunta viene por lo acaecido recientemente en Madrid, en el Teatro Español, creo que la argumentación que se ha dado para el despido de Juan Carlos Pérez de la Fuente ha sido muy pobre. Considero que cuando se produce un concurso público hay que respetarlo, a no ser que la persona que ha ganado ese concurso lo esté haciendo fatal, en cuyo caso habría que denunciarlo. Y si ese concurso público no está bien, también habría que denunciarlo y, hasta el día de hoy, que yo sepa, ninguna autoridad municipal lo ha denunciado … Es un flaco favor el que se hace a la gente de la cultura que, al final, lo pagaremos. Y es que, al final, los políticos pasan, pero las gentes de la cultura no pasamos, nos mantenemos…

P.- Dices esto, quizás, porque sabes que la administración local de Madrid nunca va a admitir una cogestión público-privada del Teatro Español o de las Naves del Español. Si estuviera predispuesta en sentido contrario, ¿seguirías diciendo lo mismo?

R.- Yo creo que a la gente se le conoce por sus acciones, y lo que está haciendo el Ayuntamiento de Madrid en este año de gobierno que lleva, en el ámbito cultural, es muy poco. Primero, no cuenta con el sector. Hace unos días tuve una reunión con la concejala de Cultura y le dije que si ella fracasaba, nosotros fracasábamos. Se quedó sorprendida. Pero está claro que si la administración fracasa, también fracasa la sociedad. Yo quiero ayudar a los políticos que están al frente de las administraciones, sean del partido que sean. Tengo clarísimo que, cuando se gestiona la cultura, ha de hacerse de la mejor manera posible porque, de otra forma, eso afecta al sector y, además, durante muchos años. El gobierno central tomó la decisión de subir el IVA del 8 al 21 por ciento en 2012. Esa es una medida que ha perjudicado a todo el sector de las artes escénicas y de la cultura en general, y así se lo hemos dicho al gobierno, incluso al Rey. Pero rectificar es de sabios y ahora en la mayor parte de los programas de los partidos políticos aparece una bajada del IVA cultural, ya que tenemos el más alto de toda la zona Euro y eso es contraproducente para toda la cultura española. ¡Esperemos que el nuevo gobierno acabe quitándolo!

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