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'You want it darker': el brillante testamento de Leonard Cohen
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'You want it darker': el brillante testamento de Leonard Cohen

viernes 21 de octubre de 2016, 12:53h

Hace menos de una semana Leonard Cohen declaraba en una entrevista con el 'New Yorker', "estoy preparado para morir", para, tras comprobar el 'shock' que había creado retrastarse poco después y decir "planeo quedarme por aquí hasta los 120". Tras escuchar 'You want it darker', el decimocuarto disco de su carrera, parece que Cohen tenía más en mente la primera frase. El disco suena a despedida y a testamento de una de las voces más poéticas que ha dado la música popular.

8'5

El disco empieza con un coro masculino totalmente funerario hasta que entra una increíble línea de bajo y termina con un precioso arreglo de cuerdas que podría sonar en cualquier funeral. Entre medias hay otras siete canciones acariciadas por su rugosa y aspera voz, una voz con todavía mucho que decir y un tono más oscuro, si cabe, del habitual. La canción que abre y da título al disco sirve para fijar ese tono: "un millón de velas encendidas por la ayuda que nunca llegó / ¿lo quieres más oscuro? Matamos la llama". Durante el resto del disco se repite ese pesimismo, con despedidas varias como "no necesito una razón por lo que me convertí, tengo estas excusas, viejas y patéticas, no necesito el perdón, no queda nadie a quién culpar, dejo la mesa, estoy fuera del juego" o "viajando ligero, es 'au revoir', una vez tan brillante, mi estrella caída, llego tarde, van a cerrar el bar en el que solía tocar mi malvada guitarra". Claro que ese tono herido se ve contrapesado por la única llama en la que todavía parece creer, el amor: "luché contra la tentación pero no quería ganar, deberían darle una medalla a mi corazón por dejarte escapar, cuando le dí la espalda al diablo, también se la dí al ángel", aunque donde realmente se descubre es cuando dice "si el sol perdiera su luz y viviéramos una noche eterna, y no hubiera nada más que sentir, y nadie al que hubieras herido se pudiera curar, así es como de roto estaría, lo que significaría mi vida si no hubiera tenido tu amor para hacerla real". No es de extrañar que el disco termine con esa vuelta a 'Treaty' sobre esas cuerdas tan funerarias con la voz de Cohen diciendo sus últimas palabras: "Desearía que hubiera un pacto entre mi amor y el tuyo". Uno no puede sino pensar en su carta de despedida a su musa, Marianne Ihlen.

Pero no se crean que todas las virtudes del disco se encuentran en las letras, como bien decía el reciente premio Nobel de Literatura Bob Dylan, "cuando la gente habla sobre Leonard, se olvidan de las melodías, las cuales son para mí, a la misma altura de las letras, la gran prueba de su genio". Tiene toda la razón, Leonard Cohen es un gran compositor de canciones y eso no se consigue solo escribiendo textos brillantes sino canciones como la titular o 'Leaving the table' con sus reminiscencias de las grandes baladas de los 50, desde la guitarra del inicio al acompañamiento de cuerdas. Otra cosa fundamental es lo bien que está sabiendo utilizar su voz en estos últimos discos. Una voz totalmente limitada pero que no puede ser más expresiva, un gruñido grave que acaricia las palabras con la misma delicadeza con la que están escritas.

No sé si será el último disco de Leonard Cohen, espero que no y haya otros 14 más, pero si lo es, es un testamento a la altura de su gigantesca obra y figura. Con 82 años de edad ha demostrado que la creatividad no se pierde con los años y ha crado una trilogía final de discos, con 'Old ideas', 'Popular problems' y este que convierten a este octogenario en uno de los grandes nombres de la segunda década del siglo XXI.

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