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Vivir distanciados

lunes 10 de abril de 2017, 16:46h
Reconozco que últimamente me desazona vivir en España.

No sólo por la degradación de las condiciones de vida de muchas personas, que también. Pero, sobre todo, por la sensación de pesimismo generalizado, de queja constante, de tensiones ideológicas y políticas entre unos y otros…

“¡Y eso que sois unos juerguistas que vivís ‘de puta madre’!”, me dice un amigo extranjero, afincado entre nosotros desde hace años.
Lo cierto es que, desde que llevo unas semanas recorriendo países foráneos, me siento más relajado. No es porque ellos no tengan problemas —¡vaya por Dios que sí!—, sino porque se los toman con más calma.

Ahora llevo unos días en el Reino Unido, sí, el país del brexit, de la masiva inmigración multicultural, del último atentado islamista en el puente de Westminster, de la difícil negociación con la UE, de los precios inmobiliarios por las nubes…

Pues ya ven a sus habitantes: aparentemente tranquilos. Y los medios de comunicación, tan dados al escándalo en otras épocas, ahora con el diapasón más bajo, ocupados en cuestiones domésticas de menor alcance, olvidados de Irlanda del Norte, las luchas partidistas, la corrupción y otras causas de estrés.

En ese ambiente de relativa placidez, pese al terrorismo yihadista y a otras maldades varias, uno acude de vez en cuando a los medios de información españoles y se pone nervioso al ver la ácida agresividad que destilan. Y, si no, tenemos las redes sociales, los amigos de Facebook, los chats de WhatsApp y demás parafernalia digital nacional que dedican su energía a criticar al prójimo, a poner verdes a quienes no piensan como ellos y a recordarnos que vivimos en un mundo horrible, lleno de hijos de mala madre.

¿Seguro?

Como tengo la convicción de que eso no debe ser así, procuro distanciarme de las querellas domésticas que nos inventamos los españoles a cada rato y que sólo reproducen odios tribales y antagonismos de tres al cuarto. Hay que vivir más distanciados de las cosas y de las personas, me digo, si no queremos que acaben por contagiarnos sus rencores y sus prejuicios.

Enrique Arias Vega

Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York. Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación. En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).

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