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'Twin Peaks' 3x07: una serie libre e imprevisible

'Twin Peaks' 3x07: una serie libre e imprevisible

viernes 30 de junio de 2017, 13:28h
El retorno de 'Twin Peaks' sigue siendo la serie más original y libre que se ha visto en muchos años, construyéndose a su propio, e irritante, ritmo, siendo una muestra de libertad creativa totalmente bienvenida aunque este episodio ha sido de los más normales, dentro del peculiar mundo de Lynch.

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A Lynch y a Frost les siguen interesando más los pequeños detalles que las grandes tramas pero, por primera vez, tengo la impresión de que vamos hacia alguna parte. A pesar de que el ritmo de la serie puede llegar a ser irritante, como ese plano en el Bang Bang Bar en el que un hombre barre tranquilamente mientras suena el 'Green onions' de Booker T & The MG's (que por cierto me encantó), todo sigue fluyendo en una dirección. Esta semana han pasado varias cosas, la más importante ha sido el reencuentro entre Diane y el Cooper malvado en el que hemos podido ver cómo algo marcó fuertemente a la secretaria en el último encuentro que tuvieron hace 25 años. ¿Podría ser que el Cooper malvado ya fuera el que le visitó aquella noche? Si es así, no es de extrañar el comportamiento de Diane.

Otro hecho del que nos enteramos podría tener bastantes consecuencias y explicar el carácter del personaje más odioso (y eso que hay unos cuantos candidatos) que ha aparecido hasta ahora, Richard Horne. El hombre que atropelló a un niño y se dio a la fuga en el anterior episodio podría ser fruto de la visita que el malvado Cooper realizó a una comatosa Audrey justo después de salir de la logia negra. De esto nos enteramos por la conversación entre el sheriff Truman y el veterano Doc Hayward (interpretado por Warren Frost, padre de Mark, que falleció a principios de este año). No es el único guiño al pasado, en un momento del episodio Ben Horne, padre de Audrey, se encuentra la llave de la habitación que ocupó el agente Cooper mientras investigaba la muerte de Laura Palmer. Al ser preguntado por su secretaria por ella, su respuesta no deja a dudas, "ésa es una larga historia".

Una que parece que sigue su curso, con Cooper escapando de la logia negra y ocupando el cuerpo equivocado, el de Douggie Jones, mientras que el malvado Cooper se resiste a volver y ahora se ha escapado de prisión, justo en el momento en que Gordon Cole parece tener claro quién no es. Por su parte, Cooper parece cada vez más cerca de volver a aparecer, en este episodio parece claro por su forma de lidiar con el asesino Ike que Cooper está dentro de ese envoltorio que parece vacío. Claro que, como ese hombre que parece barrer interminablemente el Bang Bang Bar, puede que a Lynch y a Frost les apetezca seguir con Douggie y su increíble mujer más tiempo. Es como el final de este episodio, cuando estamos acostumbrados al cierre en el Bang Bang Bar mientras hay una actuación, esta semana terminamos en el Double R mientras suena el clásico 'Sleep walk' de Santo & Johnny. La rutina del restaurante solo se ve interrumpida por la entrada de alguien que grita "¿alguien a visto a Billy?" y vuelve a salir corriendo. Esa es una de las grandes cosas de esta serie, nunca sabes por donde va a salir. Y esa imprevisibilidad es una cosa absolutamente refrescante.

Pero lo mejor de la serie sigue siendo lo bien que sabe trasladar la intranquilidad a la pantalla. Siendo distinta, la nueva temporada vuelve a tener un tono oscuro, a medio camino entre el sueño y la pesadilla, como las dos primeras. Lynch sabe dotarla de grandes imágenes y un halo de misterio que es lo que une todo, sin olvidarse nunca, de meter varias pinceladas de humor. La visión de esta serie sigue siendo algo poco seguro, sorprendente y misterioso. Puede que a todo el mundo no le guste ver a un hombre barrer o pintar unas palas durante lo que puede parecer una eternidad pero en esos momentos es donde se revela su esencia única.

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