No hay mejor antídoto contra la tragedia que ser oferentes de más vida. Más vida de aquel que la ama y que sabe que más allá dela intolerancia, más allá de la intransigencia, en definitiva, tras la oscuridad se esconde y se manifiesta un torrente vertiginoso de vida. Es lo que hace Juan Ramírez de Lucas, el rubio de Albacete (Antonio Campos) al recordar, ya en la vejez, su relación amorosa y apasionadacon Federico García Lorca (Alejandro Valenciano) a través del diálogo mantenido con su secretaria (Ángeles Cuerda), siguiendo la propuesta (autoría y adaptación) de Manuel Francisco Reina y la dirección y dramaturgia de Juanma Cifuentes.
Presente y pasado se suceden a lo largo de la representación con una puesta en escena (Felypede Lima) que estructura el escenario en una serie de pantallas en las que se desarrollan escenas correspondientes a diferentes momentos de las vidas de los protagonistas, y al mismo tiempo se convierte en soporte para la proyección de distintos elementos iconográficos que funcionan como complementos semióticos de la palabra.
En especial , la figura de Clara Montes que se convierte, por una lado, en trasunto de personajes femeninos cercanos a Lorca (Margarita Xirgu, La Argentinita o Margarita Ucelay) y, por otro, en la encarnación con su voz -acompañada a la guitarra por José Luis Montón-de la esencia pura de la poesía lorquiana y la música popular.
La mezcla de lo culto y lo populary la aportaciónde las innovaciones vanguardistas, junto con escenas de especial vitalidad,se fusionan en la representación paraenunciar que frente a la tragedia,es necesario ofrecer pasión y vida, en un espectacular montaje lleno de emoción, sentimiento y verdad.
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.jpg "Otro caso de parejas emparentadas en la realeza: Irene Urdangarin y Juan Urquijo")
.jpg "La reina Letizia, la única sentada en el besamanos, ¿por qué?")
