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'Baby driver': una película con letra simple y melodía irresistible

'Baby driver': una película con letra simple y melodía irresistible

viernes 07 de julio de 2017, 11:22h
'Baby driver' es un brillante ejercicio de estilo de Edgar Wright, una película que parece compuesta como una canción, primero la melodía y luego la letra, en este caso parece que el director ha pensado primero en las canciones y luego en qué imágenes las acompañan. Ya que 'Baby driver' se basa tanto en la música podríamos decir que se trata de tres minutos adictivos de 'power pop', algo así como una canción de los Raspberries o los Romantics, no importa que la letra esté llena de clichés y lugares comunes, la melodía es tan irresistible que lo único que te va a apetecer después de escucharla/verla es ponerla otra vez.
Edgar Wright sigue demostrando que es uno de los más brillantes directores de género de los últimos años, un entusiasta de la cultura pop que lo mismo subvierte las películas de zombies ('Zombies party'), las 'buddy movies' ('Arma fatal', tampoco es que haya tenido mucha suerte con las traducciones...), los cómics y los videojuegos ('Scott Pilgrim contra el mundo') o lo que quiera que fuera la marciana 'Bienvenidos al fin del mundo'. Ahora ha cogido el género de acción, en concreto subgénero persecuciones de coches, y ha vuelto a entregar un producto adictivo y excitante, mezclando romance, humor y mucha, mucha, música.

El inicio con el atraco al primer banco mientras nuestro protagonista escucha el 'Bellbottoms' de la Jon Spencer Blues Explosion ya nos demuestra cómo va a ser esta película. Parece una coreografía propia de un musical y convierte cada grito y cada cambio de la canción en una imagen chocante. Lo mejor de todo es que, además, de subir los niveles de adrenalina por las nubes, sirve de perfecta introducción a los personajes. Casi sin respiro, volvemos a una secuencia musical donde el protagonista va bailando por las calles como si estuviera en las nubes, Gene Kelly estaría contento.

Cuando nos metemos en la historia vemos que todo nos suena de antes, Baby es un chico con problemas y un pasado turbulento que se ha terminado involucrando con un mafioso al que debe dinero. Entre medias vemos como se enamora e intenta hacer lo correcto, pero tiene un último golpe por hacer en el que está involucrado un psicópata peligroso. Es como un grandes éxitos de este tipo de películas pero funciona. Su historia de amor se beneficia de la enorme química entre Ansel Elgort y Lily James, puntuada por el 'Deborah' de Tyrannosaurus Rex y el 'Baby' de Carla Thomas, y sus malos están interpretados con convicción y muchas ganas de juerga por Jamie Foxx y Jon Hamm. También por un Kevin Spacey que, por momentos, parece una parodia de sí mismo. Su personaje tendrá el único giro que no cuela en la película.

Aun así está rodada con tal pasión y frescura que se le perdonan sus fallos, al fin y al cabo es una película centrada absolutamente en sus dos protagonistas, Baby y la música. Hay una maravillosa escena en la que hasta los tiros están sincronizados con la banda sonora y otra bajo la influencia de la poderosa 'Brighton rock' de Queen que son pura magia audiovisual.

En el fondo 'Baby driver' es una especie de 'Drive' pasada por el filtro de 'La la land', no es una historia compleja, es el chico conoce a chica de toda la vida con persecuciones de coches, pero es que además de escuchar a Bob Dylan y a Leonard Cohen, a veces también está muy bien poner a las Shangri-La's o a las Ronettes a todo volumen para que nos canten que las demos un gran beso o ‘be my baby’.
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